miércoles, 30 de junio de 2010

Mi propia hipótesis para... las enfermedades infantiles

       Llevaba varias semanas dándole vueltas a una idea; aprovechando que hoy empiezan mis vacaciones, voy a materializarla.

       La cuestión empezó hacia final de curso, mientras me preparaba una clase de inmunología para 2º de bachillerato. Al tocar la cuestión de los linfocitos de memoria y de cómo el organismo "recuerda" algunas enfermedades, como la varicela, las paperas y el sarampión, vino a mi cabeza una pregunta, que efectivamente me formuló una alumna posteriormente.

       La cuestión es: ¿por qué esas enfermedades típicas de la infancia son más duras cuando se pasan siendo adulto?

       Es cierto, a pesar de la existencia de vacunas para esas enfermedades, mucha gente sigue provocando el contagio de todos sus hijos cuando uno de ellos está infectado (de hecho algunos médicos recomiendan esta práctica), "porque es preferible que la pasen de niños". Y es cierto que muchos adultos padecen complicaciones cardíacas y esterilidad, entre otras cosas, por haber contraído esas enfermedades "demasiado tarde".

       Me anticipé a esa pregunta buscando información en algunas sociedades científicas, como la Sociedad Española de Inmunología, la Sociedad Española de Epidemiología y la Sociedad Española de Virología, pero no encontré respuestas, solamente el dato de que así es, las enfermedades infecciosas típicas de la infancia son más duras en la edad adulta.

       Sospeché que no iba a encontrar respuestas en investigaciones clínicas, sino más bien en estudios sobre el funcionamiento de los virus. A pesar de ello, la referencia más cercana a lo que yo buscaba fue que las causas son desconocidas. Y aunque mi amiga Belén (médico intensivista residente) me dijo que en medicina no existen las causas desconocidas, sino los "factores idiopáticos", yo no me quedé conforme.

       Huelga decir que no encontré una explicación, ni plausible ni no plausible, así que me planteé, a partir de lo que sé, proponer una hipótesis (quizás a aquella alumna con mi misma pregunta, que por cierto estudiará medicina y a la que animé para que se dedicara a la investigación, le guste mi idea y se anime a ponerla a prueba). La idea me vino leyendo la introducción de José Enrique Campillo Álvarez en "El mono obeso" sobre lo que es la medicina evolucionista.

       En resumen, la medicina evolucionista, o medicina darwiniana (no me termina de gustar ninguna de las denominaciones, pero esta segunda, menos aún), considera que las enfermedades son una muestra de que el individuo no está perfectamente adaptado a las condiciones de su ambiente actual. El Dr. Campillo aplica esta disciplina a enfermedades endocrinas con influencia genética, como la diabetes y la obesidad, adjudicándoles una función de reserva de nutrientes en nuestros ancestros que no vivían en la abundancia que conocemos ahora, motivo por el cuál la Selección Natural no las habría eliminado del acervo genético humano durante la historia de nuestra especie. Pero no es esta la única aplicación de la medicina evolucionista, ¿por qué las enfermedades infantiles no iban a tener una explicación compatible con este hecho?

       Insisto en que esto se trata de una hipótesis, no me he basado en datos experimentales, sólo en la información que hay a nuestra disposición... y un poquito de inducción y deducción.

       Me empecé a basar en una idea que aprendí en una conferencia de Juan Moreno Klemming, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales el 1 de julio de 2008 (mañana hará dos años; por cierto, aquel día fue el 150º aniversario de la presentación de la memoria conjunta de Darwin y Wallace en la Sociedad Linneana de Londres). La idea, y así es efectivamente, es que los parásitos (y los virus son parásitos obligados) con una tasa de transmisión muy alta son muy virulentos; asimismo, los parásitos con tasas de transmisión bajas son poco virulentos. Esto tiene tiene mucho sentido, porque si un parásito que se extienda lentamente es muy virulento, mataría a su hospedador antes de poder transmitirse. Vamos a suponer que han existido cepas patógenas capaces de matar antes de provocar un nuevo contagio (y que su transmisión tampoco fuera posible con el hospedador ya muerto, debido a una muy baja tasa de reproducción, también); esas cepas no se habrán reproducido (o multiplicado, si hablamos de virus), así que sus genes no habrán pasado a generaciones posteriores, de manera que actualmente quedan sólo aquéllos cuya tasa de transmisión y su virulencia están bien acopladas (esto es ni más ni menos que un aspecto de la Selección Natural actuando sobre los parásitos).

       Ahora bien, ¿de qué me vale esto para dar una explicación a mi pregunta inicial? Seguiré introduciendo un poco más.

       Sabemos que el sistema inmunitario (prefiero este nombre frente a "inmune" e "inmunológico") en los adultos es más efectivo que en los individuos infantiles, porque ha ido perfeccionándose, "aprendiendo" sobre las enfermedades que ha contraído el individuo. La cuestión de que una enfermedad infantil sea más dura en los adultos podría suponer un handicap para esta afirmación; de hecho, esa afirmación es el origen de la duda: ¿cómo la varicela o las paperas tienen más complicaciones en un adulto si se suponía que la inmunidad de los adultos está más perfeccionada que la de los niños?

       He aquí mi hipótesis:

       Supongamos que, por un proceso coevolutivo, el virus también se ha adaptado a esta condición. Es bastante arriesgado hablar en estos términos, puesto que los virus están en el límite de la vida (siendo la vida un artificio que hemos etiquetado nosotros); pero vamos a suponer que existe en el virus algún modo de detectar el tipo de inmunidad a la que se enfrenta. Si esto fuera así, el virus podría presentar una mayor virulencia si se enfrenta a un sistema inmunitario más perfeccionado. Cómo podría ser esto posible es ya un camino más pedregoso; aún así, voy a arriesgarme un poco más, para no dar la impresión de que estoy hablando de un supuesto metabolismo vírico. Quizás la acción de las citocinas y los anticuerpos producidos por nuestro organismo, de algún modo, activen la expresión de genes víricos de manera diferencial.

       Como ya he insistido, esto es una hipótesis, una elucubración que está sujeta a discusión y a estudio. Estaría encantado si alguien quisiera ponerla a prueba.

6 comentarios:

Olalla dijo...

No podría tener que ver con la capacidad de reproducción celular??. Las enfermedades, al menos las infecciones óseas, en niños son mucho más aparentes pero también es cierto que si se superan y al ser la regeneración celular más alta, las secuelas son menos aparentes.

Concretando, tengo dos nuevas hipótesis para tu pregunta.

La primera la he esbozado anteriormente, es mejor superarlas de niño porque en el caso de que te sobrepongas las secuelas son menos graves ya que los tejidos son más "plásticos".

La segunda tiene un transfondo cultural, la vida de un niño fue( o es) a todas luces mucho menos valiosa que la de un adulto donde la sociedad ha invertido mucho y produce mucho (la de los viejos dependiendo de la cultura es = o más valiosa que las de los niños). aceptando esto, es siempre más grave que muera un adulto reproductivo que un niño, y supongamos la hipotesis de que sabiendo que ese ser humano puede morir es mejor que lo haga antes de que se haya invertido una gran cantidad de recursos en él.

No se si te parecen interesantes estos dos puntos.

Bicos

BioSamu_ dijo...

Creo que, entre lo que yo escribí y lo que has escrito tú, alcanzamos una demostración clara de que la cabra tira al monte...

Me parecen interesantes tus dos hipótesis... aunque tengo problemas para encajar la segunda. Cuando dije "es preferible que la pasen de niños" no me refería a "si son niños, es menos importante que mueran" (lo que, por otro lado, es ecológica y económicamente cierto, a pesar de nuestros valores sentimentales), sino a que, literalmente, esas enfermedades tienen menos complicaciones si se contraen en edad infantil.

Por eso tu primera hipótesis me parece más plausible. Aunque también existe un problema: dices que la regeneración celular, al ser más alta en niños, cubre con más facilidad las secuelas de la enfermedad, pero también comentas que, a pesar de ello, las enfermedades óseas son más aparentes en niños. Pero es que resulta que con las enfermedades que yo comento, la situación es distinta, o sea, no sólo los infantiles tienen menos secuelas, sino que la enfermedad es menos aparente en ellos.

El caso de la esterilidad como complicación sí puede ser más comprensible, porque los virus de la varicela y de las paperas tienen la fea costumbre de infectar, respectivamente, los ovarios y los testículos, si la enfermedad se contrae después de la pubertad... y se cepillan a las oogonias y espermatogonias. Pero, ¿qué hay de las afecciones cardíacas, pancreáticas, nerviosas...?

Biquiños.

(Perdón por los antropomorfismos del último párrafo)

Bel Kira dijo...

Vamos a ver por dónde empiezo.
Para empezar, no me ha gustado el comentario de "en medicina no hay causas desconocidas"...hay MIL causas desconocidas. Otra cosa es que le pongamos un nombre bonito.

A lo que iba, entro en el tema:

Está muy bien que hagáis conjeturas e hipótesis que no dejan en el fondo de ser filosofeos, ya que por deducción poca verdad se puede extraer. Si de verdad queréis conclusiones cinetíficas, hoy por hoy: método experimental, no hipotético deuctivo. Es decir; pipeta, microscopio y sobre todo revisión de la literatura.
Veo que las guías clínicas no te han ayudado mucho. En verdad es porque hay tantísimos estudios realizados (he hecho los deberes, y me he vuelto loca encontrando artículos y seleccionando los de mayor impacto) que igual tu búsqueda no fue efectiva. Para encontrar buenos artículos no basta con escribir en google "varicela complicaciones adulto" (es sólo un ejemplo). Hay que recurrir a fuentes mucho más fiables y completas en otras páginas como en pubmed empleando términos mesh y condicionando los criterios de búsqueda, sólo así encontraréis artículos que merezcan la pena perder el tiempo en leerlos.

Dicho esto, entro de lleno en el tema, como dije con deberes hechos y después de pasar un buen rato haciendo una revisión de la literatura.
Para empezar, recalcar que las complicaciones más frecuentes en el adulto suelen ser respiratorias, y que éstas se relacionan estrechamente con el hábito del tabaco (algo que en la infancia no suele existir) Remito algunos artículos:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1246158/pdf/bmjcred00016-0020.pdf
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/20201174
http://www.jstage.jst.go.jp/article/internalmedicine/43/12/1205/_pdf <- especialmente interesante la página 1208 donde relaciona las complicaciones con factores como el tabaco, el embarazo o el EPOC (algo también, poco frecuente en la infancia, no?)
Alguas referencias sobre otras complicaciones:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2418438/pdf/postmedj00112-0052.pdf
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/20034334

Otra cosa más. Habláis del virus de la varicella como si sólo fuera uno...hay muchos serotipos! Ciertamente parece que son algunos de ellos los responsables de la infección en el adulto (esto ya no sería causa sujeto-responsable como el tabaco o el embarazo), que puede derivar a formas de varicela necrotizante y fulminante. En adutlos hay una sóla variedad "buena" que suele relacionarse con una forma subclínica donde casi no hay signos ni síntomas. Destacar además, que ésta fue la variable que, menos mal, sufrí yo a los 23 años. En mi caso, curiosamente estaba estudiando pediatría par aun examen (no echaremos la culpa a esta asignatura y admitiremos que fue una ironía casual).
Bueno! No agobio con más artículos porque desde luego hay, y muchos! Lo difícil no es encontrarlos, sino seleccionarlos.
Ya por último: alguien que sin duda puede vertir más luz a todo esto sería Manuelka. La medicina preventiva y la epidemiología suele tener más repsuestas para estas cosas que la medicina interna.
Espero que os haya gustado mi comentario y os despeje un poquito ciertas dudas (o tal vez os cree más).
Besos...españoles!

Bel Kira dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
BioSamu_ dijo...

Perfecto, quería cosas así, aunque pido moderación.

De acuerdo, mi turno, por orden.

Lamento que no te guste la referencia a lo de las causas desconocidas... pero son palabras tuyas; ya sé que lo dijiste de forma irónica y así quise transmitirlo yo, no literalmente.

Dicho esto, yo también entro en el tema.

Me he encontrado varias veces con la misma situación; justo por eso me cubrí las espaldas repitiéndolo varias veces en el post. Estoy de acuerdo con que en la emisión de hipótesis juega un papel importante la filosofía, lo que ocurre es que yo trato esa palabra con otro cuidado. Me sorprende que la gente de bata (y con esto no me refiero sólo a médicos, sino también a biólogos de laboratorio, sensu stricto) hable con cierto rechazo hacia las elucubraciones, sabiendo que toda experimentación se lleva a cabo para probar la VALIDEZ de esas hipótesis; ¡pero! Siempre antes de experimentar, debe haber una discusión no empírica que pruebe su PARSIMONIA (es decir: ¿es una hipótesis elegante?). De modo que quien emite la hipótesis no pretende que ella sea verdad (o realidad), porque no es una conclusión, sino lo contrario: una idea inicial.

Del mismo modo que tú derivaste en Manuelka (que entre si quiere, yo no le cierro las puertas a nadie) como más apropiada para verter luz en el asunto, tampoco voy a ser yo quien coja la pipeta y el microscopio (de hecho ya lo dije en el post)... lo mío es la etología y si me apuras la divulgación, rama ésta afín a la biología teórica, de ahí que me pusiera a esto.

No utilicé Pubmed sencillamente porque no tengo acceso, sí a ISI (que según estudios bibliométricos recientes de la UC3M está menos sesgado) y lo que encontré por ahí no es muy distinto a lo que aportas. Desde luego que tampoco me basé en Google; hasta llega a ser insultante que lo sugieras (por cierto, ya que nos ponemos puristas, Google no es una fuente, sino un motor de búsqueda).

Sobre los artículos que enlazas, varias cosas. La primera es que los estudios de caso están muy de moda en ciencias de la salud y desde luego son bastante reveladores, pero no hay que olvidar que no son estadísticamente significativos. En segundo lugar, el tabaquismo, el embarazo y la EPOC son factores de riesgo, efectivamente, no sólo para enfermedades propias de la infancia, pero no explican la dureza de esas enfermedades en individuos que no los tienen. Los dos últimos artículos me dicen algo más, sobre todo en relación con complicaciones relacionadas con daños debidos a otras infecciones (aunque en el último se descartan un montón de cardiopatías), pero igualmente no terminan de responder a mi pregunta; muestra de esto es que puedes encontrar frases del tipo "esta complicación es rara pero reconocida en casos de varicela en adultos"... pero, ¿por qué? ¿Por qué en adultos, y no en niños, a estos virus les da por infectar las gónadas y producir miocarditis?

Aunque veo que de aquí sale una explicación muy parsimoniosa: ¿podría ser simplemente que estos virus "aprovechan" los puntos débiles dejados por infecciones previas, amén de los factores de riesgo? (Y perdón de nuevo por los antropomorfismo) Es muy razonable, aunque ¿comparable con un sistema inmunitario infantil? Habría que mirar ahí. Aun así, eso por ahora no descarta mi hipótesis, sigue pasando la prueba de elegancia.

Por último, no obvié en ningún momento que fueran varios virus los que producen estas enfermedades, de hecho en algún momento del post me referí a distintas cepas. Habría que ver si ante el mismo serotipo la respuesta en infantiles y adultos es diferente en la línea que estamos tratando... sería un asunto más sobre el que arrojar datos.

Me encanta cuando me preguntan: ¿pero aún quedan cosas por descubrir?

BioSamu_ dijo...

Por cierto, un poquito sobre la filosofía de la ciencia.

Contraponer el método experimental al método hipotético-deductivo está fuera de lugar, porque el primero constituye las últimas fases del segundo.

Por otro lado, no confundamos método experimental con el método empírico-estadístico, que es el usado en estudios clínicos. Es una confusión muy habitual.

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