viernes, 21 de diciembre de 2012

Un par de siglos más o menos... ¡y el fin del mundo se nos desfasa!

       ¡Vaya sorpresa! Estamos en el día del Apocalipsis y el mundo sigue siendo el que era. ¡Claro! Puesto que tanta gente ha adjudicado este día a las profecías mayas, era de esperar que el fin del mundo llegara en el horario de México; por eso he elegido este día y esta hora para publicar mi "último" post. ¿Pero cómo? ¿Me he vuelto loco? ¿Ayer decía una cosa y hoy digo otra? ¿Cómo he cambiado de opinión tan rápido? ¿Qué fue de lo que dije en este post y en este otro? ¿Acaso he visto por aquí algo que me ha convencido?

       Bueno... el pasado 3 de diciembre (por cierto, el mismo día que el Papa se hizo una cuenta en Twitter) ocurrió un nuevo fenómeno: los planetas Mercurio, Venus y Saturno se alinearon con las famosas tres pirámides de Giza en Egipto, evento que algunos interpretaron como un anuncio de la proximidad del fin del mundo. Pero que se calmen los magufos, porque, teniendo en cuenta la inmensidad celeste, yo estoy convencido de que cada noche hay tres astros alineados con las mismas pirámides.

       Y es que está ocurriendo una paradoja. La sociedad en que vivimos va rumbo de ser cada vez más tecnológica, la medicina nos permite vivir el doble que hace un par de siglos, la ciencia nos hace la vida más cómoda y nos aporta información sobre cómo funciona la naturaleza... en definitiva, vamos camino de una "sociedad del conocimiento". Y algunos parecen ver esto como algo negativo porque, según ellos, "nos desvincula de la naturaleza y nuestros antepasados", por lo que tienden a abrazar tradiciones milenarias, y si son de culturas exóticas (desde un punto de vista occidental, que es donde surgió la ciencia moderna), mejor. Una de esas modas llega hoy a su punto más álgido para volver a caer y ser guardada en ese cajón de sastre fatalista de fechas en las que, por algún motivo u otro, se dijo que ocurriría algo que finalmente no ocurrió.

       Si alguien ha visto alguna vez el flash-post "¡¡¡QUE NO!!!", en el que se lucha artísticamente contra el sensacionalismo recomendando que no se escriba un artículo que se pueda resumir diciendo "no", seguramente se preguntará por qué me pongo ahora a hablar del 21 de diciembre y el fin del mundo... bueno, pues como percha para volver a hablar de un calendario, en este caso el calendario maya.

       Primero que todo, de tanta gente que habla del calendario maya... ¿sabe alguien qué es el calendario maya? No es como los calendarios que cuelgan en nuestras cocinas con fotos bonitas de cada época del año sobre unos bloques de días ordenados en semanas y meses; de hecho tampoco están numerados los años; hay investigadores que aseguran que no era de origen maya, sino olmeca; y es que ni siquiera es un solo calendario.

       Los mayas utilizan varios sistemas calendáricos cíclicos, a saber: el tzolkin, el haab y la cuenta larga, tres sistemas basados en múltiplos de 9 y de 20.

       El sistema tzolkin es el calendario sagrado que data de en torno al 600 a.C., usado para contar días, lo que resultaba útil para anticiparse a las lluvias, determinar la temporada de caza y pesca y establecer ceremonias religiosas... y sí, también era usado para pronosticar el destino de las personas. Contempla un año (tzolkin) de 260 días (kin), numerados del 1 al 13 y agrupados en meses (uinal) de 20. ¿Cómo es eso? ¿Días numerados del 1 al 13 y agrupados en meses de 20? He aquí la belleza de este calendario.

Los 20 días del mes están representados con sus símbolos y nombres en la rueda exterior (A). En la rueda interior (B) se presentan los números del 1 al 13 según la numeración maya. Al desplazarse la rueda B por el interior de la rueda A como un engranaje, se van obteniendo combinaciones que se repiten cada 260 días: un tzolkin completo.

       Existen varias teorías sobre los años de 260 días; lo que queda claro es que no es un sistema calendárico solar ni lunar. Según algunos, está relacionado con la duración de la gestación humana. Otros lo asocian a los planetas Marte y Venus, claramente visibles en el cielo; para entender esto hay que comprender el concepto de ciclo sinódico.

       Cada planeta del Sistema Solar tiene un año con una duración característica, que es el tiempo (medido en días terrestres) que tarda en dar una vuelta completa al Sol en su movimiento de traslación. Por ejemplo, el año (o período orbital sideral) marciano es de aproximadamente 687 días terrestres, mientras que el año venusiano es de aproximadamente 225. Sin embargo, vistos desde la Tierra los planetas aparentan tener una duración diferente de su traslación, debido a que la Tierra también se está desplazando; a esa duración aparente se le llama período orbital sinódico. En este caso, los años sinódicos de Marte y Venus son aproximadamente de 780 y 584 días, respectivamente.

Así sería la órbita venusiana vista desde la Tierra.

       Pues bien, el año sinódico marciano se corresponde con tres ciclos completos del sistema tzolkin. Por otro lado, en el tiempo de un año sinódico venusiano, el planeta Venus recorre su órbita 2'6 veces, que es un múltiplo en dimensión fractal de 260. Aunque resulte un poco lioso, la teoría venusiana es de las más aceptadas, debido a los conocimientos de matemáticas que evidencian los mayas.

       Otro calendario usado por los mayas es el sistema haab, que es un calendario civil también adjudicado a los olmecas y desarrollado por los mexicas; sin embargo, el historiador Alfonso Rivas negó que el haab fuera de origen olmeca, puesto que la nubosidad de la zona ocupada por esta civilización habría impedido visualizar el cielo tan bien como desde más al norte, en una zona desértica. El haab es un calendario astronómico de 365 días (como ya dije en el capítulo sobre el calendario chino, la ciencia no tiene nacionalidad) dividido en 20 meses de 18 días; si hacemos cuentas, el resultado es de 360 días (un tun), a los que se le añaden 5 días "fuera del tiempo".



       Si alguien leyó mi post en "Naukas" sobre los calendarios juliano y gregoriano, seguramente ahora se pregunte cómo hacían los mayas para ajustar esos 365 días a la traslación terrestre completa, de 365'242190402 días. Existen varias hipótesis. Según algunos cronistas europeos e informadores nativos de la época de la conquista, cada cuatro años se añadía un día (como hacemos actualmente en los años bisiestos). En cambio, según Arturo Meza, estudioso de las culturas indígenas, los códices precolombinos fueron malinterpretados por la "cosmovisión" europea (esa palabra entrecomillada es muy usada por los académicos mexicanos para referirse a la percepción, conceptuación y valoración que una cultura hace del entorno) y en realidad los años del sistema haab tendrían 365'25 días. Otros estudiosos consideran que los días del sistema haab ya incluían esa fracción de día.

       Los mayas unificaron ambos sistemas en la llamada rueda calendárica, en la que cada ciclo completo equivale a 52 vueltas de haab y a 73 de tzolkin.

A las ruedas A y B descritas en el sistema tzolkin, se añade una tercera rueda (C) que representa el sistema haab, en el que están los 360 días de un tun completo.

       Pero hasta este punto, ninguno de los sistemas en principio mide el avance del tiempo de una forma lineal, por lo que los mayas usaban un tercer sistema llamado cuenta larga. Además de los kin (días), uinal (meses de 20 días) y tun (años de 360 días), los mayas usaban otros múltiplos: principalmente el katun (20 tun o 360 uinal, es decir, 7 200 días) y el baktun (20 katun, es decir, 144 000 días). Una forma de representar la fecha maya es seguir una notación numérica, en la que cada número representa un múltiplo en orden descendente; por ejemplo, el inicio de la cuenta larga sería el día 0.0.0.0.0 (0 baktun, 0 katun, 0 tun, 0 uinal y 0 kin). Según el arqueólogo John Eric Sidney Thompson, encajando lo descrito en los códices mayas con los registros históricos occidentales, ese día se correspondería con el 11 de agosto (cumpleaños de mi colega Manolo) del 3114 a.C.

       Hasta ahora no se puede extraer nada que nos haga pensar en el fin del mundo. Bien, he aquí el quid de la cuestión. La cuenta larga está formada por cinco láminas y cada una de ellas mide el tiempo de 1 872 000 días. Pues bien, si los cálculos de J.E. Sidney fueron correctos, hoy (solsticio de invierno de 2012) se cumpliría el día maya 13.0.0.0.0 de la quinta lámina, dicho de otra manera, el final de la cuenta larga.

       Actualmente solo algunos pueblos mayas guatemaltecos utilizan la rueda calendárica y, de hecho, nadie usa ya la cuenta larga, por lo que los mayas actuales no le dan ninguna importancia a esta fecha. Es más, Sandra Noble, de la Fundación para el Avance de Estudios Mesoamericanos, en Florida, opina que los mayas clásicos verían este día como una festividad, más que como una cuestión apocalíptica; en esa misma línea, el maya Apolinario Chile Pixtun considera que esa visión del fin del mundo habría estado impuesta más bien por los temores mitológicos occidentales. Según Wyllys Andrews, de la Universidad de Tulane, los mayas ya sabían que el mundo existía antes del inicio de la cuenta larga, por lo que no hay motivos para pensar que no creyeran en la existencia del mundo después de ella, así que simplemente se volvería al inicio, con lo que la cuenta larga sería un sistema calendárico línal cuasicíclico.

       La opinión tan de moda últimamente de que los mayas no determinaron el fin del mundo, sino un cambio de mentalidad, puede extraerse de las palabras, también apocalípticas, del antropólogo Michael D. Coe, de marcada moral religiosa en una época de explosión del liberalismo, quien escribió en los años 60 que "el día del decimotercer baktun el Armagedón podría sorprender a la gente degenerada de este mundo".

El astrofísico Neil deGrasse Tyson es el director del Planetario Hayden, en Nueva York, y próximamente será el sucesor de Carl Sagan en el remake de la serie documental "Cosmos". Debido a su carisma y su claridad de discurso, en el que combina el lenguaje técnico y coloquial, se ha convertido en un divulgador científico muy mediático. Recientemente, se extendió en internet un meme en el que él decía "el mundo acabará algún día, pero seré yo quien os diga cuándo y cómo".

       Y en medio de esta batalla sobre el calendario de profecías pseudográficas y objeciones escépticas, hace tres años, el arqueoastrónomo Fuls Andreas aplazó el debate. Según él, las conclusiones de J.E. Sidney no eran correctas y aun le quedan 208 años a la cuenta larga. Nunca sabré qué dirá la gente entonces, pero espero que, al menos, conocer el funcionamiento de las cosas ayude a perderles el miedo. Seguid teniéndome miedo a mí, porque este NO es mi último post.

James "The Amazing" Randi es uno de los escépticos más famosos del mundo. Como ilusionista profesional es conocedor de los engaños de la mente y durante años se ha dedicado a desenmascarar fraudes relacionados con profecías, OVNIs y poderes psíquicos; es conocida la batalla judicial que durante decenios ha mantenido con el doblador de cucharas Uri Geller. Junto a Carl Sagan, Isaac Asimov y otros muchos, formó parte del Comité para la Investigación Escéptica. Actualmente la Fundación Educativa James Randi ofrece, como reto, un millón de dólares a quien sea capaz de demostrar supuestos poderes paranormales.

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