viernes, 27 de julio de 2012

Eto-nterías / Investigación que cualquiera podría hacer / Previo de "Juegos filosóficos desmantelados": Primates justos, primates justicieros, primates envidiosos

       Sí, ya sé que se suponía que "Eto-nterías" descansaba durante las vacaciones de verano... pero es que resulta que he de adaptarme a los calendarios académicos del lugar al que acabo de llegar, México. Y como en pocos días tendré que estar al pie del cañón, resueltas antes otras cuestiones básicas de supervivencia que todavía están pendientes, las vacaciones de mi "serie blogística" por excelencia han llegado a su fin, con el inicio de esta cuarta temporada y como broche de oro al "triatlón blogístico" personal que inicié hace menos de 24 horas.

       Como asunto transversal de este capítulo, no por nostalgia sino por otros proyectos, voy a tratar el tema del sentido de la justicia, basándome en algunas experiencias que llevé a cabo de una manera informal y utilizando como conejillos de indias a los alumnos que tuve en mi empleo anterior. Se configura así un popurrí que también es capítulo de "Investigación que cualquiera podría hacer" y previo de "Juegos filosóficos desmantelados", una nueva serie que recopilará algunas estrategias docentes que seguí en mi etapa como profesor.

       Durante varios años, cuando se aproximaban los exámenes, solía seguir una estrategia que a muchos alumnos les parecía algo cruel, pero que, una vez conocida la conclusión, acababan reconociendo. El juego era el siguiente:
"Una semana antes voy a revelar una de las preguntas que pondré en el examen; será una pregunta cuya respuesta yo no he dicho en clase, así que conseguidla como podáis; esa pregunta valdrá 1 punto; sin embargo, si alguien, solo uno, me dice la respuesta correcta antes del día del examen, será recompensado con ese punto y la pregunta no será incluida; además, yo me comprometo a mantener su identidad en el anonimato."
       No hace falta decir que todos se pusieron manos a la obra para encontrar la respuesta y finalmente, hubo alguien que se anticipó. A partir de ese momento, decidí incluir en mi "experimento" otras variables:
"Una semana antes voy a revelar una de las preguntas que pondré en el examen; será una pregunta cuya respuesta yo no he dicho en clase, así que conseguidla como podáis; esa pregunta valdrá 0'5 puntos; sin embargo, si alguien, solo uno, me dice la respuesta correcta antes del día del examen, será recompensado con 2 puntos y la pregunta no será incluida; además, todos sus compañeros sabrán quién se ha anticipado."
       Esos valores numéricos no fueron elegidos al azar. La puntuación del "traidor" debía ser suculenta. Me basé en unos resultados que había leído años atrás en un experimento basado en el "dilema del dictador". En aquella experiencia, a una persona (A) se le ofrecían 100$ y le daban la posibilidad de repartirlos, si quería, con alguien a quien no conocería nunca (B); a continuación, a B se le decía cómo A había establecido el reparto y B tenía la decisión de aceptar o rechazar: si B aceptaba, ambos se llevarían las cantidades que hubiera decidido A, y si B rechazaba, ninguno se llevaba nada. Los resultados obtenidos mostraban que B aceptaba siempre que la cantidad de A no superase en 4 veces la suya, o sea 80$ para A y 20$ para B; es decir, B preferia no llevarse nada antes que saber que A se había aprovechado. Así fue como elegí las cantidades 0'5 puntos y 2 puntos en mi experimento... para poner a los alumnos en el límite de la duda.

       Es cierto que no hice mi experimento tantas veces como para tener una muestra representativa, pero durante el tiempo que lo hice, siempre consiguieron la respuesta varios días antes del examen (incluso preguntándome a mí en el patio, puesto que yo jamás descarté esa posibilidad, dije "conseguidla como podáis"), la difundieron entre ellos y todos esperaron a responderla por escrito. Ya que les manipulé un poco, he de decir que después del examen le expliqué el experimento a cada clase y bonifiqué a todos con un 0'5 adicional como recompensa por haber colaborado en su pequeña sociedad.

       Hay quien dirá que fue una labor de altruísmo individual y compromiso grupal, y quien dirá que se promovieron las amenazas y la envidia represora. Ambas explicaciones están en lo cierto, puesto que es la idea del egoísmo envidioso la que se traduce en configurar un grupo homogéneo en derechos. Los individuos no suelen permitir que otro miembro de su grupo tome decisiones que a ellos no se les permiten, así es como nace el sentido de la justicia. Para mostrar cómo se ha estudiado este sentido de la justicia en chimpancés, pondré este vídeo.


       El diseño del experimento sería el siguiente. El primer chimpancé que se ve en la imagen (chimpancé 1), desde su jaula tiene acceso a una cuerda que tira al suelo la plataforma con la comida; el segundo chimpancé (chimpancé 2), desde su jaula tiene acceso a una cuerda para acercar a sí la plataforma con la comida. En la primera experiencia, el experimentador pone la comida cerca del chimpancé 1, así que empieza a comer hasta que el chimpancé 2 se la quita; entonces, la reacción del chimpancé 1 es tirar la comida al suelo (algo así como decir "me la han dado a mí, no es justo que me la quites, así que ni comeré yo ni comerás tú"). En cambio, en la segunda experiencia, el experimentador pone la comida cerca del chimpancé 2, así que este empieza a comer y el chimpancé 1 no hace absolutamente nada (algo así como decir "te la han puesto a ti, así que es justo que te la comas").

       Esto indica que ese sentido de la justicia no ha sido inventado por el ser humano, sino que ya existía en los ancestros comunes entre el humano y el chimpancé. Antes aun, puesto que en monos capuchinos también existen esas conductas; en esa especie, el individuo reacciona rechazando la comida incluso cuando ve que es su pareja aquella de quien se están aprovechando.

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