jueves, 26 de julio de 2012

Es3. La psicología y sus sucedáneos comerciales

       En este tour que me ha inspirado para mi "triatlón blogístico" personal, he vuelto a recordar alguna de las particularidades de los aeropuertos; así que lo tomaré como excusa para el post desde Colombia. Creo que nunca he visto tal proporción de libros de "autoayuda narrativa" como en las librerías que hay en los aeropuertos. Suelen llamarse "libros de viaje", y efectivamente nunca he visto a nadie en un avión con El Quijote en lugar de un cuento de Paulo Coelho. El porqué tienen tanto éxito y atrae tanto su lectura se debe a la sencillez literaria del autor, pero también a una carencia educativa. Con esto no pretendo, ni de lejos, insultar ni menospreciar a los lectores habituales de estos libros, simplemente manifestar que las ideas útiles que les introducen no son algo que los profesionales de la psicología no lleven estudiando y aplicando durante años... y sin magufadas.

       Desde que somos niños, en el colegio empezamos a aprender palabras, colores, formas, números, letras, operaciones matemáticas, análisis sintáctico, literatura, historia, la naturaleza, idiomas, informática, deportes, técnicas de estudio... hasta llegar a cuestiones verdaderamente complejas. En cambio, sí hay algo que, en mayor o menor medida, brilla por su ausencia: la capacidad de pensar de un modo crítico de verdad y las técnicas de bienestar psico-social. En un mundo que avanza tan deprisa no es extraño, por tanto, conocer a un profesional que es un fuera de serie en su trabajo pero que tiene serios problemas para encontrar su equilibrio personal, o bien a alguien que es un as de las relaciones sociales pero que tiene serias distorsiones emocionales... y todo ello acaba ocasionando un gran estrés, para ellos mismos y para quienes les rodean.

       Lejos de asumir la actitud determinista, y hasta derrotista, de aceptar el tópico "es su forma de ser", los psicólogos clínicos utilizan técnicas de reestructuración cognitiva basadas precisamente en el escepticismo crítico, la tolerancia y los condicionamientos clásico y operante para conseguir que las personas sean capaces de alcanzar la felicidad por ellos mismos, apoyándose también en la premisa del ABC de Albert Ellis; según este modelo, existe un hecho objetivo que no se puede cambiar (A) y una visión subjetiva de ese hecho potenciada por las ideas (B) que acaba manifestándose en forma de emociones y conductas (C). No todo funciona así, puesto que hay otros circuitos neuronales que concluyen en emociones y conducas de un modo automático y no reflexivo, pero incluso esta, llamada vía de la amígdala (que por cierto ocupa una zona evolutivamente antigua del cerebro humano), puede ser "reeducada". Normalmente los psicólogos tienen mucho éxito cuando se trata de personas biológicamente sanas cuyas afecciones mentales tienen un origen exógeno. La frase de partida es que el ser humano es un animal de costumbres, por lo que aprendiendo a ser asertivos y autoconscientes, sabiendo desmantelar las distorsiones cognitivas y viendo resultados psicológicos y sociales como recompensa, cualquier persona es capaz de gestionar sus ideas, emociones y comportamientos de un modo adaptativo.

       Al final, los psicólogos son como los masters de los juegos de rol, que ponen sobre la mesa las herramientas para que los jugadores (pacientes) elijan, y quizás por eso están tan infravalorados, porque parece que "no hacen nada". Pero desde luego su trabajo consiste precisamente en cubrir las carencias educativas mencionadas anteriormente. Y ahora se han puesto de moda algunas actividades recreativas y profesionales que buscan suplir la actividad psicoterapéutica utilizando los mismos principios, pero maquillados, vulgarizados y aplicados a entornos concretos. 

       Una de ellas son los libros de autoayuda, que empezaron dirigiéndose a personas solas e inseguras y que tuvieron éxito entre amas de casa. La inclusión de aspectos "espirituales" amplió el abanico de público, atrayendo también a adolescentes románticos, posmodernistas ávidos de lectura y, finalmente, a cualquier perfil de persona. El truco está en escribir una serie de pautas para ser feliz, solucionar cuestiones personales, controlar los nervios, etc. y aprovechar que hay muchas personas con estos problemas, que pagarán una pequeña cantidad (como no puede ser de otro modo por la calidad del texto) creyendo que van a encontrar la solución a todos sus problemas... buen negocio. Oí una crítica muy aguda y chistosa, primero en la película Escuela de pringaos (Todd Phillips, 2006) y después en una charla de Emilio Pinto (quien se cree terapeuta se hace llamar terapeuta), consistente en que quien compra un libro de autoayuda se siente un fracasado, y si autoayuda significa "ayudarse a sí mismo", está buscando ayuda en un fracasado. Yo quizás no iría tan lejos, solo diría a los lectores y devoradores de autoayuda que se olviden si creen que van a encontrar la panacea.

       Hay quien también considera (y yo comparto esa visión) que libros de narrativa del estilo de autores como Paulo Coelho y Robin Sharma son también libros de autoayuda, maquillados como novelas, aunque son llamados "novela de autocontrol". Desde luego tienen bases similares a las que se les han añadido componentes literarios. En ellos, en lugar de leer "sigue estos pasos para ser feliz", se lee que un personaje hizo las cosas siguiendo unos pasos y finalmente encontró la felicidad.

       Muchos de esos libros son escritos por quienes integran la otra moda, en el área profesional: el coaching. Un coach (entrenador) es alguien que se dedica profesionalmente a "liberar el potencial de los trabajadores para llevar su rendimiento al máximo", es decir, un motivador. Una de sus características es su gran capacidad de captar la atención del público para dirigirla a metodologías pueriles que, en muchos casos, son aprovechadas por las empresas.

       Estas actividades son un batiburrillo de métodos psicoterapéuticos aplicados a sus entornos concretos. De forma que una misma persona podría comprar un libro en el que se describen una serie de pasos para ser feliz, mientras está leyendo otro para solucionar sus problemas de pareja y en su trabajo asiste a jornadas organizadas por un coach, y en sus conversaciones relataría y recomendaría lo que ha leído o le han dicho. Bien, cada uno es libre, pero una vez conocidos algunos fundamentos de la psicología, esa persona no necesitaría aprenderse al pie de la letra (como muchos hacen) las formas de actuar y pensar en cada situación, se daría cuenta de que es más fácil seguir unos principios básicos y aplicarlos él mismo, así sí que liberaría su mente (sí, de nuevo la Teoría General de Sistemas). Además, habría que añadir que muchos componentes de la autoayuda y el coaching son muy subjetivos, sesgados y vienen decorados con elementos esotéricos, por lo que no sería muy descabellado pensar que estamos asistiendo al surgimiento de una nueva pseudociencia que busque suplantar a la psicología igual que el psicoanálisis lleva décadas intentándolo. Si eso es asi, he aquí un claro ejemplo de cómo una deficiencia en la educación acaba provocando la entrada de ideas fantasiosas y dogmáticas.

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