Antes de que arranque la primera entrega de esta serie blogística quiero sentar las bases de mi postura acerca del tema mediático de las infecciones, para que no queden ambigüedades en el aire.
- Existen las enfermedades, existen los contagios y existen las tasas de incidencia.
La mejor forma de enfrentarse a una enfermedad es estar informados sobre su epidemiología y vías de transmisión, tomar medidas de prevención adecuadas y ser tratados por profesionales de la salud.
- En ocasiones, alguna infección salta a la palestra de los medios, no tiene por qué ser la más grave ni la más contagiosa, simplemente es noticia... porque se acabe de descubrir, porque se haya convertido en epidemia, porque haya traspasado las fronteras biológicas o geográficas, porque su tasa de incidencia se haya incrementado o por diversos motivos... y la noticia se convierte en una moda.
Ante esto, normalmente la población se ve dominada por el miedo, lo que acaba provocando que haya empresas que se aprovechen de la situación e incluso que los gobiernos tomen medidas absurdas que poco tienen que ver con frenar la enfermedad; sin embargo, la primera recomendación debe seguir vigente.
- Pasado un tiempo, estas enfermedades que durante un tiempo han tenido atemorizada a la población dejan de ser noticia. Esto siempre suele ocurrir antes de que se desarrolle una vacuna o un tratamiento, descienda la tasa de incidencia o se erradique la enfermedad... sencillamente se ha acabado la moda.
Esto no quiere decir que no siga existiendo la enfermedad, que no siga habiendo contagios (y muertes) ni que se puedan dejar a un lado las medidas de protección.
En resumen: estemos informados sobre las precauciones que hemos de tomar ante una enfermedad y acudamos a profesionales de la salud (médicos), independientemente de qué infección haya en la prensa... y, por favor, escuchemos más a la ciencia, que tiene más que enseñar en estos asuntos que un empresario (políticos y periódicos incluidos en este término).
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