No me siento cómodo al decir que he tenido la oportunidad de leer una mentira mediática que surge ya desde la contraportada de un buen libro. Quizás sea algo en lo que poca gente repare, pero yo, como amante de los matices interpretativos, prefiero aclararlo.
El último libro de Stephen Hawking, "El Gran Diseño", no es, como muchos han tendido a creer, el complemento desde la física de "El Espejismo de Dios" de Richard Dawkins (ambos autores son confundidos, solo por sus nombres), sino más bien, el de "El Mayor Espectáculo sobre la Tierra" (libro sobre el que ya hablé en el post con el mismo nombre).
Me explico. Si bien "El Espejismo de Dios" es un ensayo científico en la línea del ateísmo fuerte, "El Mayor Espectáculo sobre la Tierra" y "El Gran Diseño" son aportaciones al ateísmo débil, cada una procedente de una fuente de conocimiento distinta (de la biología y la física, respectivamente). La primera corriente trata de explicar los orígenes de las creencias, tradiciones y dogmas religiosos. La segunda, en cambio, se centra en abordar las mismas cuestiones que la religión (la primera causa, la existencia, la vida...), pero desde el punto de vista de los hechos.
Es en este área donde se mueve el libro de Stephen Hawking y Leonard Mlodinow. En resumen, "El Gran Diseño" no es, como se ha dicho, la demostración definitiva de la inexistencia de un dios, sino la explicación más parsimoniosa de que el universo pudo originarse sin la necesidad del mismo.
El texto consiste en un repaso histórico de las teorías de la física que han ido aportando nuevas explicaciones (y nuevos problemas) sobre el conocimiento de la existencia: desde la Ley de Gravitación Universal de Newton, pasando por la Teoría de la Relatividad de Einstein, hasta la llamada Teoría M, o Teoría del Todo, firme candidata a teoría unificada sobre el funcionamiento del universo. Se trata de un modelo general que, de forma teórica y a la espera de comprobaciones experimentales, unifica las cuatro interacciones que rigen la materia: gravitatoria, electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil.
Como todo libro de ciencia, inicia el primer capítulo fijando las bases filosóficas sobre las que se va a trabajar. En este caso es un admirable ejercicio de constructivismo, muy en boga (y yo lo apoyo), según el cual la realidad no es ni una verdad única (como muchos científicos corremos el riesgo de pensar) ni una idea más creada por nuestras mentes (como muchos nuevos filósofos defienden de facto), sino una combinación, es decir, una reconstrucción que nuestras mentes hacen con los datos que perciben nuestros sentidos. No podría ser de otra forma, tratándose de física cuántica. A esto se le llama realismo dependiente de modelo, lo que significa que toda realidad se establece en base a algo que podemos percibir.
Rompe con la lógica habitual al hablar del fútbol con fullerenos, "balones moleculares" compuestos por carbono. Si un futbolista dispara un balón hacia una portería protegida por una pared con dos aberturas, los balones acabarán en la red apilados en dos montones. Sin embargo, el "futbolista" que dispare fullerenos descubrirá que esas partículas acabarán sobre una pantalla ordenadas en una disposición insólita, imposible si es que han seguido una línea recta. En el mundo cuántico domina el caos, de ahí que Feynman construyese una imagen según la cual las partículas no seguían una trayectoria lógica, sino todas las imaginables, cuya suma daría el resultado final: una imagen de interferencia; esta idea encaja a la perfección en la Teoría General de Sistemas, surgida de la biología y sobre la que ya he hablado en varios posts.
Según este principio, existen todas las posibilidades de universos imaginables (y la teoría cuántica aún no ha fallado); lo que ocurre es que solo hemos tenido la oportunidad de conocer aquel que reúne las condiciones favorables para que nosotros existamos.
Pero claro, si es difícil entender cómo un universo pudo surgir de la nada, ¿cómo pudieron surgir todos? Las causas son reducidas a dos en el último capítulo:
Otra idea que rompe la lógica habitual pero que, poco a poco, es dada a entender, es la de las dimensiones múltiples. Vivimos en un universo de, al menos, once dimensiones, todas perpendiculares entre sí. El motivo de que nosotros solo percibamos tres de ellas (X, Y y Z) es que esas son las más aparentes, de igual modo que solo vemos la franja de luz blanca porque es la que nos llega en mayor cantidad. No podemos percibir con nuestros sentidos las demás dimensiones ni el resto de radiaciones, pero sí podemos deducirlas a partir de sus efectos... encajan con el modelo que sí somos capaces de percibir.
La redacción de este libro es envidiable en cuanto a la habilidad divulgativa de los autores, que combinan en su justa medida con un gran sentido del humor. Cada término es tratado con tal cariño que da la sensación de estar aprendiendo a leer hasta entender conceptos muy complejos, que empiezan en todos los capítulos siendo abordados desde alguna mitología del mundo.
Me explico. Si bien "El Espejismo de Dios" es un ensayo científico en la línea del ateísmo fuerte, "El Mayor Espectáculo sobre la Tierra" y "El Gran Diseño" son aportaciones al ateísmo débil, cada una procedente de una fuente de conocimiento distinta (de la biología y la física, respectivamente). La primera corriente trata de explicar los orígenes de las creencias, tradiciones y dogmas religiosos. La segunda, en cambio, se centra en abordar las mismas cuestiones que la religión (la primera causa, la existencia, la vida...), pero desde el punto de vista de los hechos.
Es en este área donde se mueve el libro de Stephen Hawking y Leonard Mlodinow. En resumen, "El Gran Diseño" no es, como se ha dicho, la demostración definitiva de la inexistencia de un dios, sino la explicación más parsimoniosa de que el universo pudo originarse sin la necesidad del mismo.
El texto consiste en un repaso histórico de las teorías de la física que han ido aportando nuevas explicaciones (y nuevos problemas) sobre el conocimiento de la existencia: desde la Ley de Gravitación Universal de Newton, pasando por la Teoría de la Relatividad de Einstein, hasta la llamada Teoría M, o Teoría del Todo, firme candidata a teoría unificada sobre el funcionamiento del universo. Se trata de un modelo general que, de forma teórica y a la espera de comprobaciones experimentales, unifica las cuatro interacciones que rigen la materia: gravitatoria, electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil.
Como todo libro de ciencia, inicia el primer capítulo fijando las bases filosóficas sobre las que se va a trabajar. En este caso es un admirable ejercicio de constructivismo, muy en boga (y yo lo apoyo), según el cual la realidad no es ni una verdad única (como muchos científicos corremos el riesgo de pensar) ni una idea más creada por nuestras mentes (como muchos nuevos filósofos defienden de facto), sino una combinación, es decir, una reconstrucción que nuestras mentes hacen con los datos que perciben nuestros sentidos. No podría ser de otra forma, tratándose de física cuántica. A esto se le llama realismo dependiente de modelo, lo que significa que toda realidad se establece en base a algo que podemos percibir.
Rompe con la lógica habitual al hablar del fútbol con fullerenos, "balones moleculares" compuestos por carbono. Si un futbolista dispara un balón hacia una portería protegida por una pared con dos aberturas, los balones acabarán en la red apilados en dos montones. Sin embargo, el "futbolista" que dispare fullerenos descubrirá que esas partículas acabarán sobre una pantalla ordenadas en una disposición insólita, imposible si es que han seguido una línea recta. En el mundo cuántico domina el caos, de ahí que Feynman construyese una imagen según la cual las partículas no seguían una trayectoria lógica, sino todas las imaginables, cuya suma daría el resultado final: una imagen de interferencia; esta idea encaja a la perfección en la Teoría General de Sistemas, surgida de la biología y sobre la que ya he hablado en varios posts.
Según este principio, existen todas las posibilidades de universos imaginables (y la teoría cuántica aún no ha fallado); lo que ocurre es que solo hemos tenido la oportunidad de conocer aquel que reúne las condiciones favorables para que nosotros existamos.
Pero claro, si es difícil entender cómo un universo pudo surgir de la nada, ¿cómo pudieron surgir todos? Las causas son reducidas a dos en el último capítulo:
- Cuesta energía crear un cuerpo (algo obvio).
- La energía total del universo permanece constante, aunque no lo sea en sistemas aislados (Primera ley de la termodinámica); puesto que hay energías de signo positivo y negativo, se asume que esa constante es igual a cero.
Otra idea que rompe la lógica habitual pero que, poco a poco, es dada a entender, es la de las dimensiones múltiples. Vivimos en un universo de, al menos, once dimensiones, todas perpendiculares entre sí. El motivo de que nosotros solo percibamos tres de ellas (X, Y y Z) es que esas son las más aparentes, de igual modo que solo vemos la franja de luz blanca porque es la que nos llega en mayor cantidad. No podemos percibir con nuestros sentidos las demás dimensiones ni el resto de radiaciones, pero sí podemos deducirlas a partir de sus efectos... encajan con el modelo que sí somos capaces de percibir.
La redacción de este libro es envidiable en cuanto a la habilidad divulgativa de los autores, que combinan en su justa medida con un gran sentido del humor. Cada término es tratado con tal cariño que da la sensación de estar aprendiendo a leer hasta entender conceptos muy complejos, que empiezan en todos los capítulos siendo abordados desde alguna mitología del mundo.
1 comentario:
Muy buena reseña de "El gran diseño" de Samuel Cañadas, de España y viva la "ñ". Desde luego el libro parece interesante.
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