viernes, 24 de diciembre de 2010

Navidades para escépticos Vol. I

       Quiero iniciar esta "mini-serie blogística" en el preciso momento en que empieza la Navidad. Se cumplen, según la tradición católica plasmada en el Calendario Gregoriano, 2010 años del nacimiento milagroso de Jesús.

       Mucha gente ha hablado de los "verdaderos ajustes" de estos aniversarios: "siete años arriba o trece abajo", "fallos en la equivalencia del calendario hebreo y el romano", "existió o no el año cero"... ¿y qué hay del 25 de diciembre?

       A día de hoy, la Iglesia Católica proclama oficialmente que es irrelevante para la fe que Jesús naciera en invierno o en primavera... bueno, seamos justos, no lo proclama, digamos que es su opinión oficial actual, pero tampoco la da a conocer públicamente a través de sus sacerdotes. En cualquier caso, esta supuesta irrelevancia no siempre ha estado ahí. Durante el siglo II, Tertuliano y el mártir Justino declararon que determinadas cuestiones debían ser admitidas porque sí y dejaron escrito el dogma según el cual el diablo se burla de Dios tratando de imitarle y anticiparse, una idea que ya no está tan arraigada en el catolicismo, pero sí en el cine y en la Iglesia Evangélica.

       ¿Qué es eso de anticiparse?


       Si hacemos una pequeña revisión mitológica, descubrimos al dios egipcio Orus (a la izquierda, con su madre la diosa Isis... ¿no resulta familiar esa estampa?), que nació milagrosamente unos tres milenios antes un 25 de diciembre y fue adorado por tres reyes que seguían una "estrella del Este". Durante los dos milenios siguientes nacieron, en Anatolia el dios Córibas (amante de Cibeles) también el 25 de diciembre, Dionisio (en la también familiar escena de la derecha) en Grecia ese mismo día, también Mitra en Persia, Krishna en la India, cuyo nacimiento fue anunciado por una "estrella del Este", y otros muchos. Es curioso que, además, la mayoría de ellos anduvo con doce discípulos, murieron crucificados y resucitaron después de tres días.

       Recordemos el detalle de que el Sol (sí, el Sol) "se mueve" por una franja de doce constelaciones: el Zodíaco. He aquí una evidencia: las religiones literalmente copian cultos previos; es más fácil embaucar a la gente con tradiciones que resulten familiares y, una vez insertadas en el saber popular, siempre se puede cortar la raíz diciendo que eso era cosa del diablo... hablamos de una amnesia de fuente.



       Lo que tiene de especial el día 25 de diciembre está relacionado con un fenómeno astronómico asociado al cambio de estación. Existen algunos detalles cuya interpretación mitológica no queda demasiado clara, pero esto sí es bastante sospechoso. El día 22 de diciembre es el solsticio de invierno, el momento en que las noches del Hemisferio Norte dejan de alargarse y la línea que describe el Sol deja de bajar en el horizonte. Después, tras tres días (justo el 25 de diciembre) el recorrido del Sol empieza de nuevo a subir y los días empiezan a alargarse... podemos hablar del "surgimiento del Sol", aquel que trae luz a la oscuridad...

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