No era mi primera intención presentarme en septiembre con una nueva entrega de "Eto-nterías", pero mientras se gesta el borrador de un post más elaborado, es lo más sencillo a lo que puedo recurrir para no dejar pasar un mes sin creación.
Este vídeo ya lleva bastante tiempo por la red.
Fue Almu quien, involuntariamente, me sugirió la idea. A bote pronto sí se me ocurriría pensar que en esta ocasión sí estamos ante un comportamiento fruto del estrés provocado por la cautividad. Sería lo que se llama una alteración en el welfare, siendo éste una consideración a largo plazo del bienestar animal (en español no existen términos para diferenciar welfare y well-being, siendo el segundo una consideración puntual).
En realidad, al igual que dije en el asunto del chimpancé, no podríamos asumirlo sólo con unos minutos de vídeo; sin embargo, hay algunas pistas en este oso que apuntan a ello.
Como ya dije en un comentario relativamente reciente, los comportamientos provocados por las condiciones de cautividad se reconocen por estar estereotipados: repetitivos y sin función aparente (salvo la obvia de aliviar el estrés). Además de esto, habría que especificar que se trata de un comportamiento ajeno al registro natural, es decir, que el animal no habría desarrollado en libertad.
Por otro lado, para no dar nada por definitivo, también podría tratarse de un comportamiento aprendido a base de reforzadores positivos (premios) por parte del público del zoo. En principio no creo que sea éste el caso, porque el oso no parece estar pendiente de la gente que lo está observando, no parece esperar un premio.
P.S.: La cuestión de la cautividad frente al registro de comportamientos naturales es un tema que me interesa especialmente en el ámbito humano, así que más adelante volveré al tema (con más profundidad), probablemente fuera de esta "serie blogística"... aunque sea de un modo indirecto.
Como ya dije en un comentario relativamente reciente, los comportamientos provocados por las condiciones de cautividad se reconocen por estar estereotipados: repetitivos y sin función aparente (salvo la obvia de aliviar el estrés). Además de esto, habría que especificar que se trata de un comportamiento ajeno al registro natural, es decir, que el animal no habría desarrollado en libertad.
Por otro lado, para no dar nada por definitivo, también podría tratarse de un comportamiento aprendido a base de reforzadores positivos (premios) por parte del público del zoo. En principio no creo que sea éste el caso, porque el oso no parece estar pendiente de la gente que lo está observando, no parece esperar un premio.
P.S.: La cuestión de la cautividad frente al registro de comportamientos naturales es un tema que me interesa especialmente en el ámbito humano, así que más adelante volveré al tema (con más profundidad), probablemente fuera de esta "serie blogística"... aunque sea de un modo indirecto.
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