El mundo nos odia. Podría empezar por enumerar una serie de motivos por los que merecería la pena no vivir, pero, ¿qué podemos hacer sino mantenernos en esta rueda en busca de la felicidad, pensando que ésta es un destino e ignorando que en realidad es un proceso?
Disfruto de una ciudad en la que los valores morales clásicos pueden quedarse atrás por un tiempo si eres forastero, para volver a acecharnos en un vano intento de conservadurismo hipócrita. Y mientras cada día metemos nuestros huevos en unos pantalones caros para batir nuestra batalla por la utópica estabilidad, nuestra garganta áspera y el aliento a alcohol del malo nos recuerdan que vale más una mañana de resaca que una noche de deseos sin cumplir.
Posiblemente ser analógico no sea tan malo, si es que eso significa sentir la nostalgia no correspondida por haber nacido en una época que posiblemente admiren más nuestros hijos, más aún si son ilegítimos. No nos ha tocado ver en persona una auténtica manifestación por un cambio, ni nos hemos puesto ciegos en un guateque; quizás jamás bebamos whisky ni aspiremos coca junto a un cantautor que sepa de lo que escribe.
Sin embargo, en nuestro ocaso llegará el momento de contar esas crisis sociales que sí hemos protagonizado, esas líneas que sí hemos escrito, esas sustancias que sí hemos consumido en recintos inapropiados, esos mares de coños en los que tantas veces soñamos nadar y esas tardes que sí hemos estado tumbados queriendo cambiar nuestro propio mundo, sin darnos cuenta de que era el mundo el que, poco a poco, nos cambiaba a nosotros.
Dedicado a la Artillería Pesada.
4 comentarios:
Una de mis fotos atemporalmente favoritas.
Con lo chula que está la otra foto.......... y tienes que poner esta :P
el mundo no nos odia.... es el hombre el q se odia a si mismo y a todo lo q le rodea
De acuerdo, el mundo no nos odia (o sí, si al decir "el mundo" nos referimos a "las personas"); en este post no trataba de ser riguroso, sino retórico.
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