La principal idea que planteé desarrollar en mi primer blog fue dar a conocer las "movidas" (como dicen por aquí) de mi masa gusanoide, sin importunar a nadie con correos que probablemente no leería.
Llegó un momento en el que descubrí, como ya han dicho muchos aficcionados a Facebook, que el fin de la carrera de algún artista llega cuando éste encuentra la felicidad. Ni yo era un artista ni esa fue mi pretensión, pero sí es cierto que descubrí que en ese momento podía usar las palabras para decir algo útil, con intenciones que no fueran hablar de algo de lo que ya no podía hablar. Fin de la sublimación.
Ya dije que no es la filosofía de este blog, pero cinco años después, me pregunto si, a pesar de los buenos tiempos, ¡qué curiosa construcción!, podría ser capaz de escribir por nada más que el simple ensueño, no dar forma ni interpretación a un contenido, sino sencillamente estrellar mi cabeza contra una hoja en blanco.
No me desagrada la idea; incluso me sentía elevado durante la época en la que, trabajando como periodista científico y redactor editorial, mi actividad económica era, según Hacienda, "escritor"; época aquella en la que, como a los legendarios bohemios, una prostituta también me pidió que le dedicase una poesía... jamás lo hice.
No me parece mal, de vez en cuando, que Warren me susurre al oído y Morgan me alimente mientras descanso en la hierba, quitándole el polvo a mi "sombrero de escribir"; me vais a permitir que lo vuelva a intentar... en realidad no hay más remedio, el blog es mío. Algún día os encontraréis otra vez con alguna nueva "crónica".
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