lunes, 24 de mayo de 2010

La nueva vida

       Ha llegado una nueva etapa en la biotecnología; ha ocurrido uno de esos eventos que, dentro de 50 años, los alumnos de biología estudiarán en la unidad de historia de una nueva ciencia. La biología sintética ha dado otro de sus primeros pasos. Algunos me dirán que llego con tres días de retraso; sin embargo, en la barra lateral hay tres enlaces sobre biología sintética desde que abrí este blog... el mismo tiempo que les llevo anticipando la noticia a mi gente de 2º de bachillerato.

       Algunos fanáticos de los titulares han estado durante casi 60 años diciendo que Miller ya había creado vida en el laboratorio. Esa afirmación no es cierta en absoluto. Lo que acabo de hacer no es un guiño al creacionismo, sino una declaración de parsimonia. Aquel experimento significó un gran avance: la demostración experimental de que a partir de determinadas sustancias inorgánicas (las que habría en la Tierra primitiva), y bajo unas condiciones ambientales concretas (idem), se pueden obtener compuestos orgánicos (componentes de los seres vivos). Esto es, con la máxima prudencia que se puede tener, la demostración de que la vida pudo originarse a partir de procesos físico-químicos, pero no fue la creación de vida en un laboratorio.

       Del mismo modo, el logro de Craig Venter tampoco ha sido la creación de vida en un laboratorio. Para hacer entender esto, debería empezar por hacer una reseña histórica de lo que se ha estado haciendo los últimos años en este terreno.

       Con la experiencia, los conocimientos y el dinero que dio el Proyecto Genoma Humano, Venter se propuso llevar la biotecnología un paso más allá: ¿por qué seguir trabajando con selección artificial e ingeniería genética si sabemos que somos capaces de secuenciar un genoma a nuestro gusto?

       Recuerdo un debate en el que me impliqué en 2006, en el que informé sobre la reciente patente del Mycoplasma laboratorium, una bacteria que contenía lo que se llamó "genoma mínimo", es decir, el mínimo número de genes con los que podía sobrevivir.

       Un año después, el mismo equipo consiguió desarrollar una técnica para transplantar el genoma de una especie de Mycoplasma a otra. Y en 2008 ya consiguieron dar un paso más: sintetizar el genoma de Mycoplasma genitalium, con algunas modificaciones para que no fuera infeccioso.

       La combinación de estos dos últimos logros es lo que allá por febrero de 2010 se consiguió, y llega a los medios de comunicación ahora (21-5-2010), de la mano de Science. La proeza consistió en sintetizar, a partir de una base de datos digitalizada, el genoma completo de Mycoplasma mycoides y transplantarlo a un Mycoplasma capricolum salvaje al que previamente se le había extraído su material genético. El resultado fue que el genoma transferido se empezó a hacer cargo normalmente de las funciones de la bacteria receptora. Esto sería, en definitiva una creación de vida semiartificial, puesto que la bacteria receptora ya existía previamente, al igual que los enzimas y primers que fueron usados en la síntesis.

       La intención de Venter está muy lejos de lo que muchos creen al satanizarlo. Él no pretende demostrar nada sobre los orígenes de la vida, sino diseñar formas de vida que puedan tener aplicaciones en la industria de los biocombustibles, para empezar. De hecho, otro colega suyo, George Church ya está trabajando con genes sintéticos insertados en bacterias, en este caso, cepas de Escherichia coli.

       Como es de esperar, no faltan gritos en contra de este evento, esta vez no tanto morales como apocalípticos, temerosos de una supuesta producción de armas biológicas. En este terreno se empiezan a oír los tópicos críticos del tipo "jugar a ser Dios", "quién vigila al vigilante" y cosas así.

       Debo decir que no es necesario sintetizar un genoma para producir armas biológicas; yo mismo hice potenciales armas biológicas durante la carrera, basta con saber inducir la transferencia de plásmidos entre una bacteria y otra; si el vector contiene genes patógenos y la bacteria receptora abunda en el suelo, ya tenemos un arma no selectiva.

       Deberíamos apoyar el avance científico, ya que tenemos la oportunidad de impulsarlo y manejarlo, sabiendo que éste puede revertir sobre nosotros de manera beneficiosa. Si la crítica va dirigida a las prisas por avanzar antes de saber hacia dónde, o si la crítica va dirigida a que sólo se beneficiarán unos pocos, no es una crítica a la ciencia como tal, sino una crítica al dinero.


P.S.: Tanto interés mostrado por el género Mycoplasma se debe principalmente a que su genoma es muy pequeño y a que es una bacteria sin pared bacteriana.

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