martes, 25 de mayo de 2010

El pervertidor de almas Vol. IV

       Supongo que cuando aquella tarde ese par de mujeres se echaron a la calle, armadas con la "creación" como uno de sus argumentos, no esperaban encontrarse con un biólogo dispuesto a hablar con ellas.

       Precisamente esa supuesta evidencia a su favor es uno de los detalles en los que más me ha gustado fijarme siempre. No en vano el "argumento del diseño", propuesto por el teólogo William Paley a finales del siglo XVIII, llegó a convencer en su juventud a algunos grandes evolucionistas de la historia, como Richard Dawkins e incluso al mismísimo Charles Darwin. Personalmente, mi primer conflicto con ese argumento surgió, aunque parezca broma, en la ducha durante mi adolescencia. En aquella etapa de creyente devoto, me parecía chocante cómo un "diseño tan perfecto" podía entrañar tanta dificultad a la hora de frotarse la espalda. Aquello era sólo el germen de todo lo que supe más tarde, pero la cuestión es que algo más de un decenio después me volví a enfrentar cara a cara con aquella idea diechiochesca.

       La cosa empezó en el momento en que una de aquellas dos testigos de Jehová me dijo "entendemos que tú crees en la teoría de la evolución". He de reconocer que mi respuesta fue una frase ya ensayada: bueno, eso sería como decir que creo en el Sol, la evolución no es una creencia, sino un hecho. Ante esto, ella comentó que cada vez más evolucionistas reconocen que hace falta más fe para creer en la evolución que para creer en Dios. Éste es uno de mis tópicos creacionistas favoritos... ¿qué evolucionistas han dicho eso? (Debo indicar que la palabra "evolucionista" no me gusta nada, llega con más de un siglo de retraso) No hizo falta que hiciera esa pregunta, porque cometieron el error de declarar "y no es algo que sepamos nosotras, sino que se dice en algunos medios de comunicación". Yo me limité a poner cara de "¡pero qué me estáis contando!" y reconfigurar sus palabras, diciendo: cada vez hay más pruebas que apoyan la evolución.

       Era de esperar que no aceptaran mi afirmación, así que fue el momento de escucharlas hablar. Lo primero que dijeron era una referencia al Homo neanderthalensis... aunque no me queda muy claro qué querían decir, entre otras cosas porque dijeron que "según la evolución, fue un antepasado del ser humano". Aunque tenían los conceptos un tanto confusos, lo que me pareció entender tras su discurso es que no existe una prueba fósil que demuestre un cambio gradual entre nuestros antepasados y nosotros. Eso puede parecer una crítica seria, pero es altamente ridícula; para empezar, el registro fósil no está completo ni de lejos, por lo tanto es lógico encontrar saltos entre unos eslabones y otros, en segundo lugar, si nos dejamos llevar por los medios y llamamos "eslabón perdido" a ese salto entre dos fósiles corremos dos riesgos: que nos digan "hay un salto que no podéis demostrar" y que, en el caso de que aparezca el fósil de transición, nos puedan decir "ahora hay dos saltos más pequeños que no podéis demostrar". Es como si una cámara de seguridad grabase a un ladrón entrando en mi casa y una segunda cámara lo grabase en la cocina... ¡no hace falta una cámara intermedia para demostrar que pasó por el pasillo! De hecho, les hice ver que ese tipo de ataque es para los creacionistas un disparo por la culata, puesto que, en tal caso, ellos NO pueden demostrar un salto aún mayor: la aparición, desde la nada, de la existencia tal cual la conocemos.

       Entonces, haciendo gala de la habilidad que ya mencioné para cambiar de tema, dieron el salto de los fósiles a la Selección Natural o, como ellas dijeron, "el dominio del más fuerte", como un mal ejemplo para el funcionamiento de la sociedad. Sonreí y dije: ése es uno de los malentendidos más habituales de la evolución. "¿Qué dice entonces?" me preguntaron. Les dije "ustedes estarán de acuerdo conmigo en que nuestros hijos tendrán características heredadas de nosotros", asintieron, "en tal caso, si alguien muere o no se reproduce, no tendrá hijos que hereden sus características", volvieron a asentir, "pues eso es la Selección Natural, y no se refiere a la fuerza, sino a cualquier aptitud que otorgue más posibilidades para reproducirse, como puede ser una mayor inteligencia". "Pero a la vista está que no somos tan inteligentes" replicaron; "de acuerdo", dije yo, "pero desde luego sí más inteligentes que otros que se quedaron en el camino; la evolución no está enfocada a nada, no es ni buena ni mala, simplemente es así, y nadie dice que tenga un ideal perfecto, todo lo que existe es un paso intermedio entre lo que fue y lo que será una especie". Y es que además, ellas preguntaban "por qué la evolución entonces está parada"; "señoras, no es que esté parada, es sólo que en una vida no tenemos tiempo para percibir la evolución en nosotros mismos".

       Y una vez más, haciendo oídos sordos a lo que yo les decía, o quizás huyendo de ello, se sacaron de la manga la declaración de que la creación es perfecta y sólo puede ser obra de Dios. Y la verdad es que, la naturaleza, de perfecta y sabia tiene más bien poco; "estamos llenos de imperfecciones, por ejemplo, el ojo humano tiene un punto ciego porque el nervio óptico se forma en el interior del globo ocular, las articulaciones se desgastan por el roce que implica su propio movimiento, tenemos alergias por una mala graduación del sistema inmunitario, nos atragantamos porque la faringe está compartida por el aparato respiratorio y el digestivo... y todo eso son pruebas de la evolución, que coge lo que tiene a mano y lo modifica, no produce órganos nuevos de la nada".

       De nuevo un salto, y dijeron "pero la evolución no empezó en un laboratorio", a lo que yo respondí que si con eso se referían a que la evolución no ha podido ser reproducida, estaban equivocadas, y les expuse el ejemplo de Lenski, que durante veinte años ha estado induciendo una evolución en la bacteria Escherichia coli, habiendo conseguido que ésta desarrolle rutas metabólicas completas; si, por otro lado, con eso se referían al origen de la vida, les informé de que precisamente se está investigando la evolución prebiótica. Esto se ha convertido en un común denominador, en cuanto pronuncias las palabras "se está investigando" siempre hay alguien que dice triunfalmente "¡¡¡Aaaaah!!!". En esta ocasión, acallé esa interjección aclarando que existen varias teorías al respecto del origen de la vida, cada una con pruebas en las que apoyarse, que lo que se está investigando es dónde y cómo ocurrió exactamente, pero que ya un tal Miller en los años 50 probó que la vida perfectamente SE PUDO originar por fenómenos físico-químicos, que no hace falta un diseñador para ello, y que no podemos agarrarnos a una explicación mágica sólo por el hecho de que algo se esté investigando aún, porque la explicación mágica tiene aún menos pruebas en que apoyarse.

       La segunda declaración a priori triunfal para ellas fue cuando la que menos había intervenido dijo que la existencia de altruismo y bondad era algo contrario a la evolución, entendida una vez más como "dominio del más fuerte". "Señora, en eso se vuelve a equivocar, el origen evolutivo de la moral y el altruismo fue estudiado, en el siglo XIX, por Kropotkin y, en el siglo XX, por Hamilton, Dawkins y Franz de Waal, entre otros; se basa en el principio de que, apoyándonos unos en otros, podemos conseguir más de lo que conseguiría cada uno por su cuenta, así que en ocasiones ser altruista puede ser una de esas aptitudes de las que hablaba antes".

       La verdad es que hicieron demasiado hincapié en tratar de rechazar la evolución. Yo he de decir que, si bien la evolución no refuta la existencia de Dios, sí concluye que Dios habría sido innecesario para llegar a donde estamos; es más, en la actualidad, así lo ven oficialmente la mayoría de las religiones... lástima que no se lo digan a sus seguidores. Por si les podía interesar, di pruebas que no me habían preguntado: si la evolución no fuera un hecho, los agricultores no podrían hacer selección artificial de sus cultivos, no existiría la lucha integral contra las plagas, no funcionarían las vacunas (este último debió de hacerles daño)...

       En realidad podría haber estado la tarde entera hablando sobre la evolución y de por qué ésta no necesita de ningún ente creador para funcionar, de hecho me dejé en el tintero muchísimos argumentos (y por tanto, no los voy a exponer aquí) que habría seguido ilustrando si no hubiera sido porque una tiraba del brazo de la otra diciendo "nos tenemos que ir ya". En definitiva, la sensación que se me quedó al respecto del papel de la evolución en aquella conversación se resume en que no tenían ni idea, que confundían el funcionamiento de la naturaleza con los ideales morales y que les faltaban varios conceptos básicos de lo que es la ciencia. Esto último se hizo patente cuando dijeron "la evolución es SÓLO una teoría". No va más, "no confundan, es una cuestión técnica, la evolución es un hecho, a lo que se llama "teoría de la evolución" es solamente a la explicación de cómo se produce ese hecho".

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