martes, 13 de marzo de 2012

Eto-nterías: la teoría de la mente de Homer Simpson

       La primera vez que oí hablar sobre la teoría de la mente me perdí un poco. Entendiendo cómo funciona el método científico, creí que el término quizás se refería a la teoría que explica cómo surgió o bien como funciona la mente. De ahí que me resultara extraño oír "mi teoría de la mente..."; ¿pero cómo? ¿Se refiere a que él mismo ha desarrollado otra teoría a ese respecto? Para evitar esa confusión, el primatólogo Frans De Waal, en su libro "Primates y Filósofos", la llama de un modo menos extendido pero que yo también prefiero: conjetura de la mente.

       La conjetura de la mente se refiere a la idea que un individuo se hace sobre la idea que otro individuo tiene en mente. Por ejemplo, el primer nivel de esta conjetura sería que yo piense qué es lo que está pensando otra persona. Hay un segundo nivel, que sería pensar qué está pensando otra persona que yo pienso... y así, todos los niveles que seamos capaces de imaginar. Es preferible el término "conjetura" en lugar de "teoría" porque, si bien ambas se basan en hechos observables, la conjetura no es una aproximación puesta a prueba, sino una suposición, realmente una hipótesis.

       Existe un gran esfuerzo investigador por descubrir si los chimpancés, nuestros parientes más cercanos, tienen conjetura de la mente. Hasta ahora, parece claro que son capaces de pensar en lo que otro individuo sabe, pero no en lo que otro individuo cree saber; a explicar este matiz dedicaré otro capítulo. Lo que sí sabemos es que los humanos sí tenemos conjetura de la mente; y lo sabemos porque podemos comunicarnos con un lenguaje que otros individuos entienden. Por ejemplo, yo sé que otras personas pueden pensar y conjeturar sobre lo que yo pienso, sencillamente porque pueden decírmelo o preguntármelo... y eso no lo hace un chimpancé.

       Queda claro que esta conjetura es solo una suposición. Lo que otra persona suponga que yo pienso puede ser totalmente diferente a lo que realmente estoy pensando, hasta que efectivamente yo lo diga. Pero, ¿el hecho de que yo lo diga aclara esa conjetura? Para explicarlo pondré el siguiente vídeo.


       Lo sé, es un caso extremo, y precisamente por eso es más fácil de entenderlo así. Todo lingüista conoce bien la diferencia entre el significante (el componente material del lenguaje, o sea, las palabras) y el significado (la idea mental del significante). Una persona que oiga la frase "la madre que me ha parido" fuera de su contexto, seguramente cree una imagen mental (significado) de la madre del interlocutor. Quizás, observando el contexto, la persona que oiga esa frase piense (significado) que el interlocutor está sorprendido o maravillado. Sin embargo, es muy difícil pensar en "¡oh! Gloria de glorias, homenaje celestial a la eterna majestuosidad de la creación de Dios" si no oímos el soliloquio de la mente de Homer.

       Por tanto, y a pesar de la función del lenguaje, hay dos pasos en la pérdida de información. El primero ocurre cuando el emisor construye una frase (significante) a partir de la idea que tiene en mente (significado); en el caso de Homer, vemos que la construcción de la frase se aproxima muy poco a lo que tiene en mente. Y la segunda pérdida se da cuando el receptor reconstruye la idea mental (significado) a partir de la frase (significante) del emisor.

       Entonces podemos decir que efectivamente los humanos tenemos conjetura de la mente y lo sabemos porque podemos manifestarlo con el lenguaje; pero también podemos decir que, a pesar de eso, la conjetura que una persona hace sobre la mente de otra sigue siendo distinta a la idea original. Podemos quedarnos con esta conclusión como una curiosidad friki, o bien podemos aprender de ella lo importante que es expresarse de un modo preciso, ser tolerante y hacer preguntas para evitar malentendidos.

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