lunes, 19 de diciembre de 2011

Esto no va de fútbol, sino de placebo

       Hoy, un día después de un nuevo título del Barça, voy a aprovechar la coyuntura para exponer otro dato a favor del movimiento contra los magufos, impulsado fuertemente en esta nueva oleada desde Amazings, La Ciencia y sus Demonios y Física de Película, y muchos de los que allí comentamos.

       Os preguntaréis qué tienen que ver estas webs de divulgación con el partido de ayer. Primero voy a explicar qué es un magufo. Esta palabra fue acuñada en 1997 en la Lista de Correo de Escépticos, como resultado de la combinación de las palabras "mago" y "ufólogo". No está reconocida por la RAE y el artículo que la definía en la Wikipedia fue eliminado; al fin y al cabo es una palabra que se podría considerar peyorativa y que solo usamos los brights. Se refiere a aquellas personas que practican disciplinas pseudocientíficas, como chamanes, mediums, curanderos, homeópatas, osteópatas, quiromantes, magos, tarotistas, videntes, sanadores cuánticos, parapsicólogos, psicoanalistas, psicogenealogistas, psíquicos, exorcizadores, ufólogos, vendedores de productos milagrosos y un etcétera casi eterno. Desde entonces, el término también suele aplicarse de un modo más laxo a quienes divulgan, tratan de argumentar o dejan caer la validez de estas prácticas acientíficas, y también a los crédulos que se ponen en sus manos. Un ejemplo actual claro de magufo en España es el periodista Íker Jiménez.

       Ahora bien, ¿qué tienen que ver estas webs de divulgación con el partido de ayer?

       Solo un detalle: un producto que yo ya daba por eliminado de nuestra cultura. Si nos fijamos en Neymar, el más temido jugador del Santos (rival del Barça en el partido de ayer), veremos que suele salir al campo luciendo, además de un peinado original, una tirita nasal. Y no es que el futbolista tenga problemas de puntos negros, sino que aún es víctima de aquel boom propagandístico de las tiritas que supuestamente permitían una mejor ventilación.

       Estas tiritas se empezaron a vender en 1996 y rápidamente se pusieron de moda entre deportistas de todas las disciplinas. La idea era que, al abrir las fosas nasales, entraba más aire en sus pulmones, lo que cubriría la demanda de oxígeno de sus fibras musculares. Puede parecer que al aportar una explicación fisiológica no se trate de una magufada, pero es que muchos magufos no se ciñen solo a explicaciones mágicas y también intentan dar explicaciones cuasicientíficas a sus productos. Ya en aquella época el Dr. Bartolomé Beltrán, médico y ex-presidente del Mallorca, dijo en petit comité a un periodista deportivo "eso no sirve para nada, solo que lo notan ahí y se acuerdan de respirar por la nariz".

       De un modo más técnico y estandarizado, en 1998, el Dr. Frank Cerny, catedrático de Ciencias del Ejercicio de la Universidad de Buffalo, se propuso poner a prueba ese fenómeno. Su grupo de investigación se planteó que el supuesto beneficio de esas tiritas podría deberse al retraso del switch point, el momento del ejercicio en el que la demanda de oxígeno es tal que obliga al deportista a ventilar por la boca. Para comprobarlo hicieron un ensayo con trece corredores, midiendo el flujo de aire, la ventilación nasal y la resistencia nasal al paso del aire. El resultado obtenido fue que ese momento de switch point llegaba independientemente de que la tirita estuviera colocada en la parte anterior de la nariz (cartilaginosa, por tanto abría las fosas nasales) o en la posterior (ósea, por tanto no abría nada). La explicación, una vez más, está en el efecto placebo.

       Y lamentablemente, trece años después sigue habiendo futbolistas modélicos que usan tiritas nasales, igual que hay ministros que llevan power balance y seguramente haya quien aún "imante" el agua antes de beber.

1 comentario:

Bel Kira dijo...

Me encanta el término "bright"!!!
Ya tengo otro titulito que colgarme :D

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