Estamos a punto de terminar los dieciocho días cargados de eventos futbolísticos cuyas ramificaciones van mucho más allá del fútbol. Dando una mirada rápida a la prensa de las últimas tres semanas parecería que es lo único importante que está ocurriendo en estos momentos. Y, desde luego, los cuatro Madrid-Barça están sacando las animadversiones de la gente a flor de piel: deportistas, aficcionados, periodistas, afiliados políticos, nacionalistas...
Estos eventos están tan de moda que están siendo objeto de estudio en algunas universidades, ya sea por las
capacidades de liderazgo de ambos entrenadores (Mourinho y Guardiola) o como
ejemplo para poner en práctica las habilidades argumentativas.
Suele ser habitual, en ocasiones así, que se hable y se vuelva a hablar de los resultados, de las consecuencias de esos resultados, de los resultados a lo largo de la historia, de las decisiones arbitrales y, tristemente cada vez más, de las actuaciones deplorables de muchos jugadores en el campo. Y cuando digo "actuaciones deplorables" me refiero tanto a la agresividad como a las interpretaciones teatrales de unos y otros.