viernes, 16 de julio de 2010

Jamming

       Es difícil hacer un plan "jamming" cuando hay poca gente y la que hay no está dispuesta a improvisar, de modo que cuento conmigo mismo. Y aunque lo de anoche estaba planeado, merece totalmente ese nombre. En realidad fue algo parecido, teniendo en cuenta que a las cinco de la tarde recordé que faltaban cinco horas para que The Wailers volvieran a deleitarme, esta vez en la Casa de Campo, como uno de los eventos de los Veranos de la Villa. Como viene siendo habitual desde que estoy en Madrid, asistí sin compañía... aunque esta vez no fue por voluntad propia, sino por desincronización telefónica.

       En 2010 se cumplen 41 años de aquella reunión entre Bob Marley y el productor Lee Perry, en la que se acordó que dos miembros de The Upsetters, Aston Barrett (bajista) y Carlton Barrett (batería), se unieran al trío fundador de The Wailin' Wailers (Bob Marley, Peter Tosh y Bunny Livingston, núcleo de la formación vocal de aires soul The Teenagers). 1970 fue el año en que se puede decir que se originó la máquina de reggae mejor engrasada de la historia tal y como se dio a conocer al mundo; y este aniversario es lo que The Wailers quieren celebrar con esta nueva gira. Lamentablemente, tras una serie de muertes, retiros y escisiones, Aston "Familyman" Barrett es el único que queda de aquella formación de los 70; quizás por eso casi todas las fotos iban dirigidas a él... por eso y porque está considerado "embajador del reggae" y uno de los mejores bajistas del mundo, a pesar de su discreción.

       Dicho esto, vuelvo al evento. La noche pintaba diferente al principio, aunque sólo fuera en apariencia; era el tercer concierto de The Wailers al que asistía y el primero al aire libre (factor éste de agradecer, por evitar el "efecto submarino"). La banda llegó puntual como jamás había visto, sin ningún tipo de presentación solemne; llegaron, miraron... "¿hay gente? Sí, pues bueno, empecemos". Además, en esta ocasión, no apareció como solista Elan Atias (habitual en los últimos años, que prepara carrera en solitario), ni Gary "Nesta" Pine (cuya voz fue dada a conocer al público ajeno al reggae por una canción de Bob Sinclair oída hasta la saciedad hace varios veranos), sino Koolant y Danglin (a falta de uno, dos, y el primero de ellos, cubano). Igualmente como novedad en la formación, Maria Smith y Racquel Hinds deleitaron el oído y la vista de los asistentes.

       Hablar a estas alturas del repertorio de canciones interpretado es algo que sobra, porque en cada concierto The Wailers hacen un repaso de toda su carrera, sin despreciar ningún tipo de tema. Aun así, se pueden seguir algunas pautas, como empezar la actuación sin cantantes, con reggae instrumental.



       Y la siguiente pauta es referente a la siguiente canción, Natural mystic, una tradición que ya tenía la banda desde finales de los 70, en esta ocasión interpretada por Koolant.



       Así como en los otros dos conciertos a los que fui anteriormente la fiesta era un denominador común, esta vez había una tranquilidad transmitida por la elección de las canciones... y cómo no, por la hierba omnipresente (que pasaba de boca en boca sin importar quién la hubiera liado); tranquilidad rota en el bis, con "Punky Reggae Party" y "Exodus". El momento en el que Jah bajó de Sión y se posó sobre nuestras cabezas fue "Kaya", canción que no grabé para poder estar bien atento. Me conformaré con "Heathen", interpretada por Danglin, una canción dejada en segundo plano (debido a la calidad de los temas que la acompañaron en el álbum, "Exodus", el mejor disco del siglo XX), pero que me fascina desde hace unos nueve años.



       No faltaron (cómo no) varios guiños a la selección española de fútbol (deporte muy seguido en Jamaica), así como a organizaciones de ayuda a los niños, a quienes dedicaron esta canción inédita.



       Y finalmente, como ya hacían a finales de los 70, "Exodus".

       Hubo después muchas peticiones, como el himno eterno "No woman no cry", pero es difícil compactar cuarenta años en dos horas sin dejar algo en la recámara. Mejor así, sin abusos fáciles.

       Y por si a alguien le viene a la cabeza la pregunta: sí, yo estaba como siempre en primera fila, y no, "no se podía grabar".

       Contiuaré siguiendo a The Wailers de cerca siempre que pueda, mientras tanto, estos días les toca el turno a barceloneses, valencianos y alicantinos.


¡Irie!

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