jueves, 13 de mayo de 2010

El pervertidor de almas Vol. II

       Una de las opiniones más frecuentes que voy a oír al respecto de lo que hice, pararme a hablar con dos testigos de Jehová, seguramente será que para qué lo hice, que por qué no las ignoré, que si es que me sobraba tiempo.

       Por lo pronto, mi respuesta de antemano será: pues sí tengo algo de tiempo libre y no me tengo que avergonzar de ello (no tendría este blog si así no fuera); además, el rato que estuvieron conmigo no sólo no les sirvió para convencerme, sino que lo perdieron para tener la oportunidad de darse a conocer a unas cuantas personas en ese tiempo... y ya de paso, aunque sé que es mucho pedir, quizás eso pueda servir para que algunas personas se replanteen su dogmatismo.

       Los testigos de Jehová, o Watchtower Bible & Tract Society Incorporated, son una organización religiosa fundada a finales del siglo XIX que basa sus creencias en la interpretación literal de una traducción propia de la Biblia. Son conocidos básicamente por abordar a la gente por la calle y en sus propias casas, ofreciendo ejemplares de su boletín, Atalaya, y por creencias tales como el creacionismo, las campañas anti-vacunación y los escándalos generados por oponerse a las transfusiones sanguíneas, por ser algo "impuro"... y con uno bueno fueron a dar.

       En nuestra sociedad, que presume de plural, está muy extendida la opinión de que las creencias sobre la naturaleza del mundo son una cuestión personal, lo cuál entraña el peligro del relativismo cultural, una consecuencia postmodernista en la que todo vale, cualquier idea sobre cómo son las cosas es tan válida como otra e incluso las conclusiones científicas serían un producto de la mentalidad occidental tan válidas como una superstición o, ¿por qué no?, algo que se me ocurra a mí inventar. Esta idea está tan extendida que incluso muchas personas libres de superstición acaban diciendo que el escepticismo es una creencia más, otra cuestión personal, por tanto ¿para qué debatir? Mi respuesta se puede reducir a una única palabra: ¡evidencias!

       En realidad, en este caso, son los propios testigos de Jehová los primeros que asumen que no todo es cuestión de opiniones (y en es0 les apoyo, aunque no en sus conceptos) y se esfuerzan en convencer a la gente de que ellos tienen la verdad. Es por eso que, si ellos respetuosamente abren la veda de exponer sus "pruebas", yo respetuosamente me pararé a exponer las mías.

       Esta costumbre de abordar a la gente en su tranquilidad ya nos llega a parecer normal... algo molesta, pero normal. La pregunta es: ¿nos parecería entonces normal que una pareja de escépticos abordara a los creyentes exponiéndoles las pruebas de una teoría científica?

       Bueno, a alguien ya se le ocurrió algo así antes que a mí... no frente a los testigos de Jehová, sino frente a los mormones, de costumbres extensivas muy parecidas.


       Las formas me parecen un tanto originales, aunque el fondo de estos dos individuos es un ejemplo de lo que he dicho más arriba: ateos pero no escépticos, ateos relativistas... ateos de pacotilla.

1 comentario:

Zitlaly Osuna dijo...

Exactamente fue lo que te pregunté, por qué no los ignoraste y te seguiste de largo... Respecto a los mormones, suficiente tengo con que mi abuela y unos cuantos tíos lo sean, escuchar sus largas y en su mayoría estúpidas declaraciones, como para soportar que alguien más trate de hacerlo tocando a mi puerta. Es realmente molesto que interrumpan tu día, y a pesar de decirles que no tienes tiempo, de cualquier manera te llenan de propaganda basura.

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