Diría que una de las cuestiones que más despiertan la curiosidad humana desde el inicio de la consciencia es el origen de las cosas. Por qué. Ésta es una de las preguntas más habituales en nuestro vocabulario y la aplicamos a prácticamente todo. Incluso corre por ahí el rumor de algún examen de filosofía en el que el profesor preguntó "¿por qué?" y sólo puso un 10 a quien respondió "¿por qué no?" (aún no he conseguido saber si este rumor es cierto). Huelga decir que ésa me parece una respuesta fascinante y es aquélla por la que yo me inclinaría a la hora de responder al porqué metafísico de la existencia... la verdad es que si lo pensamos desde esa perspectiva nos aliviaría de mucho estrés. Probablemente las religiones y mitologías pongan vanamente su empeño en responder a una pregunta vacía, ¿por qué no simplemente explicar el origen de las cosas en lugar de buscar una motivación en él? Y de nuevo por qué...
Pero lo que más nos suele agobiar no es el origen de las cosas, sino el fin de las mismas. Y cuando digo "fin" no me refiero al objetivo, mucho menos al destino, sino a su final. La muerte, el final de nuestro planeta, el fin del mundo son temas por los que, en algún momento de nuestra vida, nos hemos preocupado... me atrevería a afirmar que categóricamente todos. Al menos en este momento sí es un tema que llama la atención a algunos de mis alumnos, que han querido sacarlo en varias ocasiones, en contextos que me han sorprendido (¡qué dispersa puede ser la mente de un adolescente!).
Para mí fue inevitable recordar varios episodios de mi infancia; recuerdo en alguna ocasión haber llegado a clase y que un compañero dijera "han dicho que esta tarde se va a acabar el mundo", difundiendo así la tensión durante el día entero entre los más o menos 30 niños que éramos. Podéis probar este ejercicio; tecleando en Google "fin del mundo 19", el buscador completa la fecha con años tales como 1999, 1996, 1975, 1982, 1998... y seguramente habrá más. Una vez que entré en algunos de esos enlaces vi que no en todos los casos los años van referidos a la premonición, pero en otros muchos, en la mayoría, sí. Es destacable este miedo al fin del mundo asociado al cambio de milenio (Google no completa resultados si, en lugar de 19, ponemos 18, 17, 16... hasta 10, en el que sí sugiere); de hecho, al repetir el experimento poniendo "fin del mundo 20", vemos que hay opciones para 2000, 2009, 2010 y, a la que volveré más adelante, 2012 (por cierto, no estoy diciendo que Google sea una fuente fiable, simplemente que el buscador es una muestra de lo que escribe la gente). Según muchos historiadores del siglo XIX, en el anterior cambio de milenio la gente también temió por el fin del mundo, al identificar las guerras y epidemias de la época con los 1000 años que San Juan vaticinaba, en el Apocalipsis, para la llegada del "Anticristo".
Parece ser que ese miedo efectivamente fue así, pero los historiadores modernos le quitan hierro al asunto, sabiendo que el miedo al fin del mundo era un común denominador en cualquier etapa de la Edad Media europea. Precisamente del final de aquella época nos viene uno de los máximos exponentes en la historia de las profecías apocalípticas, conocido en España como Miguel de Nostradamus.
El nombre de Nostradamus es muy mencionado siempre después de que ocurra una catástrofe. Nostradamus se formó para ser médico, aunque es más conocido por su vertiente poética, mística, alquímica y astrológica... de hecho no obtuvo su doctorado por esto mismo (¡Un punto para los medievales! Bueno, modernos ya). Siguió entonces con su aficción como consultor astrológico y de esa etapa tenemos sus escritos más "reveladores".
Se dice mucho, para reafirmar su credibilidad, que profetizó la muerte del Rey Enrique II de Francia, así como el guillotinamiento de Luis XVI y María Antonieta, la figura de Napoleón, Hitler en la Segunda Guerra Mundial e incluso los atentados del 11 de septiembre. La muerte, la religión y el fin del mundo eran omnipresentes en su obra, lo cuál no debería sorprendernos, habiendo vivido en época de peste, inquisición y cruzadas, y conociendo también las influencias ya comentadas.
Es curioso el detalle que ya señalé antes: estas profecías siempre han sido interpretadas a posteriori. Normal, debido al lenguaje tan ambiguo que demostraba... conditio sine qua non de toda profecía, todo hay que decirlo. Recurrir a las fuentes originales es bastante práctico y más revelador aún; yo lo he hecho y, aunque no voy a revelar todo aquí, sí voy a lanzar algunas otras conclusiones a modo de pregunta: ¿qué hay de los textos que no profetizaron nada? ¿Qué hay de los fragmentos de profecías que no se cumplieron? ¿Por qué las profecías son tan imprecisas?
Quienes defienden irracionalmente a Nostradamus suelen responder que escribió de un modo ambiguo por miedo a represalias de sus enemigos, de la Iglesia... incluso, ¡cómo no!, se dice que el Vaticano esconde algo a ese respecto. Bien, yo tengo otra posible respuesta y la vuelvo a encontrar en la etología (ya dijo Konrad Lorenz que las ciencias sociales son ramas del saber a la espera de ser abordadas por los biólogos). Aquí entra en juego un mecanismo psicobiológico conocido, el llamado priming. El priming, por ejemplo, permite a nuestro cerebro identificar al león completo en esta imagen, con sensación de profundidad incluida, aunque seamos conscientes de que faltan algunas líneas.
Este tipo de memoria es muy útil para el ser humano y otros animales. En el ejemplo clásico de huir de un depredador, si lo vemos agazapado, no hace falta que nos pongamos a razonar, nuestro cerebro ya nos dice inconscientemente que lo siguiente es el ataque. Pero se puede aplicar a cualquier situación. Se responde a un comportamiento de cortejo porque se está identificando una intención de apareamiento. El priming es un producto de la evolución que permite a los animales ejecutar respuestas rápidas en situaciones en que un análisis exhaustivo sería energéticamente costoso y contraproducente en cuanto a supervivencia. Pero ese producto también tiene un subproducto; sería algo así como un efecto colateral, y es que se pone en marcha también cuando no hace falta. Por ejemplo, si llegamos tarde y nuestro coche se avería, muy probablemente daremos un golpe al volante... estamos inconscientemente asignando una intención a nuestro vehículo; también por eso apretamos con fuerza los botones del mando a distancia cuando se le están acabando las pilas. En humanos, este fenómeno se ve alimentado por procesos cognitivos que lo llevan hasta los niveles más complejos y abstractos, como la búsqueda insaciable de un diseño en la naturaleza y de un "sentido de la vida".
Pero... volviendo a Nostradamus, ¿cómo pudo influir el priming a la hora de escribir una profecía? De ningún modo, el priming actuó en nosotros a la hora de interpretarla. Cuando leemos un texto premonitorio, y más aún sabiendo que tiene fama de serlo, rápidamente asociamos lo que estamos leyendo con situaciones que nos son cercanas. Para aclararlo, de los ejemplos de profecías que dije antes, voy a centrarme en el que afecta a nuestro tiempo: el 11S.
Cinco y cuarenta grados el cielo quemará.
Fuego se acerca a la gran ciudad nueva:
en un instante una gran llama dispersa saltará
cuando se querrá hacer prueba de los normandos.
Fuego se acerca a la gran ciudad nueva:
en un instante una gran llama dispersa saltará
cuando se querrá hacer prueba de los normandos.
Este es el cuarteto que "profetizaba" el ataque del 11 de septiembre. "Cinco" es identificado como el Pentágono y la "ciudad nueva" habría sido Nueva York. ¿Por qué "ciudad nueva" es Nueva York y no Nueva Orleans o Nueva Jersey o ninguna otra ciudad que sea nueva? Porque en ninguna de ésas el cielo quemó; nuestro cerebro lo relacionó rápidamente. ¿Y el Pentágono? ¿De qué contexto se extrae que "cinco" se refiere al Pentágono? De ninguno; nuestro cerebro lo relacionó. Aquí vemos una profecía de lenguaje impreciso que nosotros hemos interpretado relacionándola con algo que ha pasado. Y recordad la otra pregunta que hice: ¿qué hay de los fragmentos de profecías que no se cumplieron? Sencillamente hay fragmentos que no nos dicen nada, por eso no los destacamos, como la referencia a los normandos, que fueron invasores escandinavos y nada tienen que ver con el 11S.
Pero esto no acaba aquí, porque hay quien también defiende a Nostradamus apoyándose en esta imagen.
Se dice que en este dibujo, Nostradamus se representó a sí mismo cargando con "la rueda del tiempo", representando sus conocimientos sobre el futuro. En esa rueda del tiempo está dibujada Nueva York, a la que se acercan aviones volando, y también aparece un águila (símbolo de los Estados Unidos) y un león (uno de los símbolos del Islam). Volvemos a lo mismo, la ciudad podría ser Nueva York o cualquier otra, es más, eso podría ser una ciudad o no; las cosas volando podrían ser cualquier cosa, de hecho parecen más bien barcos, y nada nos dice que estén volando; y aparece un águila y un león, pero también una serpiente, un pavo real y un gallo.
Pero lo que a sus defensores les parece definitivo, incomprensiblemente es este dibujo, que está en un libro descubierto hace pocos años y atribuido a Nostradamus.
Pero esto no acaba aquí, porque hay quien también defiende a Nostradamus apoyándose en esta imagen.
Se dice que en este dibujo, Nostradamus se representó a sí mismo cargando con "la rueda del tiempo", representando sus conocimientos sobre el futuro. En esa rueda del tiempo está dibujada Nueva York, a la que se acercan aviones volando, y también aparece un águila (símbolo de los Estados Unidos) y un león (uno de los símbolos del Islam). Volvemos a lo mismo, la ciudad podría ser Nueva York o cualquier otra, es más, eso podría ser una ciudad o no; las cosas volando podrían ser cualquier cosa, de hecho parecen más bien barcos, y nada nos dice que estén volando; y aparece un águila y un león, pero también una serpiente, un pavo real y un gallo.
Pero lo que a sus defensores les parece definitivo, incomprensiblemente es este dibujo, que está en un libro descubierto hace pocos años y atribuido a Nostradamus.
Dicen que esto es el World Trade Centre... sin palabras. |
Habiendo visto un ejemplo del "poder premonitorio" de Nostradamus, ahora nos enfrentamos a la única profecía de su obra que hasta el momento ha sido interpretada a priori: el fin del mundo. Según las intepretaciones, todo acabará en 2012. Lo que el astrólogo vino a decir, según sus estudiosos, fue que el momento en que se produzca la gran alineación, el conocimiento del árbol del Edén será desvelado. Eso fue representado en una acuarela en la que, entre otras muchas cosas, aparecían el Sol, la rueda del tiempo y un libro con un árbol dibujado, y ha sido completado con conocimientos científicos, tradiciones de otras culturas y alguna que otra superstición.
Con "la gran alineación" se refieren seguramente a la alineación del Sol, la Tierra y el centro de la Vía Láctea, un fenómeno que se da cada 13000 años y que tendrá lugar el 21 de diciembre de 2012. Precisamente los mayas ya vaticinaron, en sus siete profecías, el fin del mundo ese mismo día... ¿o no? Pues no, he aquí otra idea errónea de las que se suelen difundir. Los mayas vaticinaron que habría un cambio de mentalidad el día 21-12-2012 o, como ellos lo registrarían, 13.0.0.0.0.
Las tres grandes civilizaciones (Occidental, Oriental y Mesoamericana) en su origen basaron sus mitologías, a las que añadieron profecías sociales, en la observación de los astros, tenían un buen conocimiento del cielo. Los mayas, inconfundiblemente, habían datado el momento de esta alineación. La mala interpretación de ese "fin del mundo" se debe simplemente a que el calendario maya no contaba más allá de ese día; sin embargo, la sociedad, según ellos, seguiría existiendo.
En el mismo dibujo apocalíptico de Nostradamus aparece también la constelación de Ofiuco, el portador de la serpiente, localizada astronómicamente en esa misma línea. Ofiuco es conocida, aunque no mucho, por ser la décimotercera constelación del zodíaco, entre escorpio y sagitario, y aquí es donde entra en juego la superstición: según el fraude de la numerología, el número 13 significa "mala suerte"... una pista más para los defensores del fin del mundo.
Hay que remarcar que las interpretaciones de ese dibujo han sido aderezadas con agentes externos, porque si nos ceñimos estrictamente al astrólogo francés, él describió eventos que supuestamente ocurrirán hasta el año 3797.
Ahora, ¿qué ocurrirá realmente? El día del solsticio de invierno de 2012, ocurrirá una alineación gravitacional y magnética. Los científicos creen que esto podría, o no, provocar un cambio en el eje de rotación de nuestro planeta, lo que quizás, o quizás no, causaría catástrofes ambientales (incido como ya hice en su momento, catástrofe según las definiciones primera y quinta de la RAE), sin embargo, como se ve, no hay consenso sobre la certeza de estos efectos. Lo que sí parece estar más claro es el aumento de tormentas solares en los años previos y posteriores a 2012, dato publicado por la NASA a finales de 2008; esto, una vez más, puede, o no, tener efectos sobre el medio ambiente, salud y tecnología. Todo vuelve a quedar en el campo de la prevención... eso sí, libre de pánicos, por favor.
Es importante saber diferenciar entre lo que se sabe a ciencia cierta y lo que es fruto de una superstición; es importante porque ya tenemos experiencias previas sobre supersticiones acerca del fin del mundo que acabaron en tragedia, como la de Guyana en 1978 y Waco en 1993.
P.S.: Que no cunda el pánico por unos versos y dibujos de hace 400 años. Sin ir más lejos, yo, hace 4 posts, dije explícitamente que no me sorprendería si ahora empezábamos a oír informaciones sobre volcanes en el Pacífico; pues bien, hace tres días se habló de la representación estadística de los volcanes andinos. ¡Supera eso, Nostradamus! Es más, también me atrevo a vaticinar que en torno al año 2148 habrá otra oleada de miedo por el fin del mundo... ¿cómo lo sé? En el cielo está la clave...
2 comentarios:
Dije "inconfundiblemente", pero parece que sí pudo haber confusión. Según un estudio, dirigido por el arqueoastrónomo Fuls Andreas en 2009, el calendario maya fue malinterpretado.
Al parecer, los mayas no se referían a la alineación del Sol, la Tierra y el Centro de la Vía Láctea, sino a la conjunción del solsticio, la Luna nueva y la alineación con Venus, que ocurrirá 208 años después.
Por tanto, el calendario maya acabaría el 21 de diciembre de 2220. Así que ya no coincide ninguna de las 3 fechas habitualmente dadas para "probar" el fin del mundo.
POST RECTIFICADO EN http://zabuscanni.blogspot.com/2011/10/posts-que-jamas-debi-haber-publicado.html
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