Una vez puesto al día en toda la saga, ha llegado el momento de comentar la última aberración llevada a la gran pantalla. Pero antes, ubicaré el estado de la cuestión:
- En 1963, el autor francés Pierre Boulle publicó el libro futurista "El Planeta de los Simios", escrito como un relato enmarcado. En él, una pareja de luna de miel interplanetaria descubría un documento de un explorador, que años atrás había descubierto un planeta dominado por simios esclavizadores de humanos.
- Cinco años después fue estrenada la histórica película "El Planeta de los Simios" (Franklin Schaffner, 1968), en la que se hacía una interpretación original de la novela de Boulle; en ella, un astronauta, intepretado por Charlton Heston, llegaba al planeta descrito y acababa descubriendo que en realidad se trataba de su propio planeta varios milenios después. En los años siguientes hubo cuatro secuelas que cerraron el argumento en un bucle infinito. En "Regreso al Planeta de los Simios" (Ted Post, 1970), se enlaza la historia en el punto donde se quedó, y finalmente, los humanos rebelados acaban destruyendo la Tierra con un arma nuclear. Sin embargo; como se muestra en "Huída del Planeta de los Simios" (Don Taylor, 1971), algunos simios lograron escapar y viajaron al pasado, a un momento posterior al inicio del viaje con el que empieza la primera película, allá por principios de los años 70 del s.XX, época en que son capturados y dados a conocer. En "La Rebelión de los Simios" (John Lee Thompson, 1972) y en "La Conquista del Planeta de los Simios" (John Lee Thompson, 1973) se muestra cómo, a partir de los descendientes de aquellos simios "parlanchines", se dominó el planeta y se estableció una sociedad organizada de chimpancés, gorilas y orangutanes.
- Con el inicio del nuevo siglo, fue perpetrado un remake de la primera película, "El Planeta de los Simios" (Tim Burton, 2001), con un viaje final a un futuro paralelo de ese mismo planeta dominado por simios.
Y ahora, diez años después, Hollywood ha hecho un 2x1, dos alternativas muy recurrentes de los guionistas en los últimos años, en una misma película: remake y precuela, "El Origen del Planeta de los Simios" (Rupert Wyatt, 2011).
La declaración de la productora es que no es un remake al uso; y efectivamente, la historia narrada no se parece a ninguna de las películas de John Lee Thompson. Pero además, tampoco podríamos decir que sea, como tal, una precuela (ni secuela, considerando el carácter cíclico de la historia), porque no encaja con ninguna de las demás. A pesar de esto, sí se hacen algunos guiños a las cintas antiguas, como las noticias sobre un viaje interplanetario (en el que supuestamente iría aquel astronauta interpretado por Charlton Heston), la imagen de una Estatua de la Libertad de juguete y el nombre del primer líder chimpancé: César.
Esta nueva película está cargada de unos efectos especiales espectaculares, no en vano fueron realizados por los mismos especialistas que trabajaron en "Avatar" (James Cameron, 2009). Fuera de eso, se puede considerar un nuevo guión en dos listas fatídicas.
La primera de ellas, referente al argumento, es la lista de películas en que la experimentación médica (en este caso en busca de la cura para el Alzheimer) se vuelve contra la humanidad por unos efectos inesperados. A esta lista ya pertenecían "28 días después" (Danny Boyle, 2002), "Soy Leyenda" (Francis Lawrence, 2007), "REC" (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007) y algunas películas para televisión que se suelen emitir los domingos por la tarde. La proliferación en los últimos años de este tipo de guiones me lleva a una duda: ¿están los guionistas influidos por algún dilema moral de naturaleza conservadora y pretenden exponerlo? ¿O simplemente recurren a estos argumentos porque han visto que tienen éxito? Entre considerar si estos productores de cine son moralistas retrógrados o si son peseteros sin ideas, prefiero entender que son lo segundo, si bien es cierto que consiguen despertar en el público un sentimiento insconsciente de lo primero, lo que alimenta el miedo a las epidemias.
La segunda lista a engrosar es aquella, más técnica, que se refiere a las películas que esgrimen, violan, prostituyen y linchan el conocimiento científico. Esto me plantea otra duda, que ya toqué en "La pesadilla cinematográfica de Lynn Margulis": estamos de acuerdo con que los guionistas de ciencia-ficción se dedican a la industria del entretenimiento y no a hacer ciencia, por lo que no se debe esperar de ellos una preparación específica; ahora bien, ¿hasta qué punto está bien que una licencia cinematográfica maltrate a la ciencia?
La investigación clínica está siendo muy criticada últimamente, sobre todo por su cariz capitalista. Estén o no justificadas esas críticas, es necesario conocer cómo funciona. Toda experimentación con un nuevo fármaco se inicia con el estudio en cultivos celulares, posteriormente en modelos animales apropiados y, una vez comprobados buenos resultados en una proporción aceptable, se pasa a ensayos clínicos en humanos. Estos últimos, a su vez, empiezan con voluntarios sanos para comprobar su toxicidad, y después pasan a fases posteriores con pacientes; asimismo, el ensayo clínico, conocido como farmacovigilancia, se mantiene una vez que el medicamento ha sido comercializado, para conocer más acerca de él a lo largo del tiempo. Jamás ocurre lo que ocurre en esta película: proponer la fase de humanos enfermos solo habiendo tenido resultados positivos en un único modelo animal. Y no ocurre, precisamente porque es de esperar lo que acaba sucediendo, que los efectos en humanos sean diferentes.
Sin embargo, los investigadores maquiavélicos de la película, justificando con sus motivaciones personales su afán desmesurado por llegar a un resultado cuanto antes, se aventuran a crear un nuevo medicamento más efectivo para humanos, y aquí llegamos a la siguiente patada. Los remedios con que trabajan se basan en la terapia génica, es decir, se introduce en el enfermo un virus no patógeno con genes "sanos", que acabarán insertándose en el material genético del paciente. Considerando que en futuro logremos controlar esta técnica como hasta ahora no hemos podido, lo que no soy capaz de entender es cómo un gen terapéutico inhalable actuaría en el organismo más rápido que un inyectable; más que nada, teniendo en cuenta que si actuaría sobre las células del cerebro, el inhalable debería pasar por sangre también.
La conducta de los simios es otro asunto a tratar. Vale que ese supuesto medicamento desarrolle la capacidad mental de los primates, lo aceptaré si hace falta, cuando hablemos de ficción, ¿pero qué hay de la capacidad mental de los simios no tratados? En esta película, hay una actuación estelar de un orangután que no solo conoce el lenguaje de signos, sino que también lo abstrae y reflexiona sobre la personalidad de los humanos y demás primates, actúa en consecuencia y planifica a largo plazo (algo que a día de hoy no se ha comprobado que puedan hacer ni los chimpancés, los primates más cercanos a nosotros).
Finalmente, tengo que reconocer un punto a favor en este apartado. En esta nueva versión de "El Planeta de los Simios" indican que no es lo mismo un mono (monkey) y un simio (ape); obviamente se refieren a la diferencia en inglés, que cada vez más se está también aplicando al español. La palabra "ape" se refiere a chimpancés, bonobos, gorilas, orangutanes y gibones; "monkey" es el nombre para todos los demás primates no humanos. En español, "mono" y "simio" son sinónimos; y lo que conocemos como "grandes simios" son los homínidos no extintos, es decir, los "apes" de los ingleses, a excepción del gibón.
1 comentario:
La vimos el otro dia y, patinazos científicos a parte, es un truñooooo.....
Elvi.
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