sábado, 23 de junio de 2012

Es3. Nuevos proyectos y de la rutina a la inferencia

       Para mí siempre es un placer divulgar un poco de ciencia y especialmente si se trata de comportamiento animal; en esta ocasión, el placer es triple... pero eso lo dejaré para el final de esta entrada. Dedicaré esta serie blogística a un aspecto concreto de la etología: el estrés.

       Según el autor, el estrés puede definirse de diferentes formas, referidas a dos componentes de un mismo fenómeno. Algunos autores, como McEwen, lo definieron como un conjunto de eventos impredecibles y adversos para el animal (lo que serían los ajentes estresantes o estresores); otros, como Selye, llamaron así estrictamente a la respuesta del animal a esos eventos adversos, que es inespecífica.

       Sea como sea, usando los primates como modelo, esos ajentes estresantes son percibidos por los órganos sensoriales y analizados por el sistema nervioso, que elabora las respuestas. Una de esas respuestas es la liberación de cortisol por parte de la corteza adrenal; esta hormona permite que haya disponibilidad de energía de forma rápida, lo que puede resultar muy útil ante un evento impredecible. 

       Para evitar hacer un ejercicio de reduccionismo hay que aclarar que el estrés no es el aumento de cortisol en sangre, sino que los niveles de cortisol son un indicador de estrés del animal. Esto significa que si medimos la concentración de esta hormona en sangre podemos saber si el animal está estresado. Pero claro, si tenemos que cazar a un animal para sacarle sangre, este se estresará; y si utilizamos tranquilizantes, estos influirán en el resultado de la medición... así que hay que buscar una alternativa. 

       Continuando con la fisiología del estrés, se sabe que el cortisol es retirado al hígado, por tanto acaba llegando al intestino, y de ahí al exterior con las heces. Ya tenemos, entonces nuestro método indirecto: si medimos la cantidad de cortisol en heces, podemos saber si el animal está estresado; esta medida se puede tomar de diferentes formas, por ejemplo, por radioinmunoensayo.

       Así que después de todo esto, tenemos una rutina de trabajo, consistente en la toma de muestras fecales y análisis hormonal. Sin embargo, de todo eso, y en base a lo que he explicado más arriba, se infieren conclusiones que van más allá de la rutina: el estrés, algo relacionado con el comportamiento y el bienestar del animal. 

       Y a indagar en los entresijos de todo este proceso me voy a dedicar durante los próximos años, por lo que la "estación central" de Corbeta Dorada será establecida en menos de un mes en Xalapa Enríquez, México (me he enterado de la resolución hace unos minutos), donde trabajaré con monos aulladores de manto (Allouatta palliata, GRAY 1849) y me formaré como neuroetólogo.

Esta entrada participa en la edición XIV del Carnaval de Biología organizado por BioTay.

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