viernes, 4 de noviembre de 2011

Contagio, más de miedo que de infección

       Contrariamente a lo que muchos me han dicho, sobre que se pierde el encanto del cine cuando un experto en la materia que aborda el argumento te la destripa técnicamente, yo veo muy enriquecedora la experiencia de ver una película junto a una persona que sabe más que yo, porque me hace entender muchas cosas y destaca los detalles que puedan alimentar los mitos ya de por sí extendidos. En esta ocasión, he tenido la oportunidad de ver "Contagio" (Steven Soderbergh, 2011) con mi amiga M.C., especialista en medicina interna y en farmacología clínica, en la butaca de al lado.


       En una época en la que existen modas mediáticas cada pocos años sobre epidemias (ya sea encefalopatía esponjiforme bovina, neumonías atípicas, gripe aviar, gripe A, Escherichia coli o lo que quede por venir) es de agradecer que en una nueva película los infectados no se conviertan en zombies, vampiros ni monos más inteligentes de la cuenta. Sin embargo, esta cinta sigue alimentando el desconocimiento real de cómo funcionan las cosas.

       El argumento trata sobre una epidemia causada por un nuevo ajente responsable de una infección respiratoria aguda (I.R.A.), una quimera entre virus de murciélago, de cerdo y de humano, clasificado en la familia de los Paramixovirus y que incluso en un momento llega a recombinar con cepas de VIH (un detalle agudo, hay que reconocerlo, porque tanto Paramixovirus como Retrovirus tienen ARN como material genético). A lo largo de toda la película se da mucha importancia a un concepto que yo desconocía: el Ritmo Reproductivo Básico de una infección (R0), que es una estimación matemática del número de infectados secundarios a partir de un paciente inicial y sin atención médica en la población. Para que nos entendamos, una infección se puede convertir en epidemia cuando R>1, si no, la infección se erradica de forma natural.

       Hasta aquí todo parece muy serio, y más serio debería parecerle a los personajes de la película conocer una nueva enfermedad con una tasa de mortalidad inicial del 20% y con ocho millones de víctimas mortales por todo el mundo en cuatro meses. Pero a partir de ahí, todo lo que se contagia es el miedo, centrándose en la percepción de Mitch (Matt Damon), un hombre con inmunidad natural que huye con su hija de una enfermedad que ya ha matado a su mujer y su hijastro.

       Paralelamente, el Dr. Ellis Cheever (Laurence Fishburne), que trabaja en un centro de control de enfermedades para el gobierno de Estados Unidos, es el encargado de que no se corra demasiado la voz, mientras que la Dra. Leonora Orantes (Marion Cotillard), de la Organización Mundial de la Salud, busca el origen de la enfermedad, la Dra. Erin Mears (Kate Winset) busca su cura, y la Dra. Beth Emhoff (Gwyneth Paltrow) investiga una vacuna. La "mosca cojonera" particular de este elenco es Alan Krumwiede (Jude Law), un geek conspiranoico y pseudocientífico, que no queda muy claro si es bloguero o periodista freelance, que se empeña en convencer a la población de que la cura está en un tratamiento homeopático, a pesar de los resultados experimentales.

       La crítica a la tiranía de la industria farmacéutica vuelve a estar presente, en confabulación con un gobierno corrupto, del que hasta vuelve a surgir la posibilidad de considerar una guerra biológica. Y en ese caldo de cultivo vuelve a crecer la confusión, el R0 (que había quedado claro desde el principio) se convierte repentinamente en una tasa de mutación (al mismo tiempo que pasa de 2 a 4) y los propios investigadores se autoadministran vacunas experimentales, como en los inicios de la infectología, que ¡mira por dónde! funcionan a la primera... y eso sin haber usado el suero del único inmune catalogado (¿por qué no se les ocurrió?); y luego está la distribución de vacunas como si fuera una lotería...

       Todo esto parece muy lioso... pero es que la película lo es, lo que resulta altamente absurdo teniendo en cuenta la insinuación de que todo empezó con un único contacto entre un murciélago y un cerdo, y un único contacto posterior entre ese cerdo y un humano. De acuerdo, no voy a mostrarme negacionista en este asunto, existe esa posibilidad, pero la probabilidad es irrisoria, porque para que ocurriera debería darse la siguiente cadena de coincidencias:
  1. Que un murciélago esté infectado con un virus mutante compatible con un virus de un cerdo.

  2. Que ese murciélago entre en contacto con un cerdo.

  3. Que a partir de ese único contacto, el cerdo quede infectado.

  4. Que el virus transmitido por el murciélago recombine con un virus de ese cerdo.

  5. Que el nuevo virus recombinante mute hacia una cepa compatible con virus de humanos.

  6. Que ese cerdo entre en contacto con un humano.

  7. Que esa cepa del virus recombinante sea transmitida del cerdo al humano tras un único contacto.

  8. Que esa cepa, ya transmitida al humano, mute y pueda a su vez transmitirse a otros humanos.

  9. Y, como es el caso de la película, que si el virus multirrecombinante y mutante es tan virulento, su tasa de multiplicación sea lo suficientemente alta como para contagiar a otra persona antes de matar a su primer hospedador.

  10. ... Y todo eso a la primera.
       Lo primero que he dicho al salir de la sala ha sido "no aporta nada nuevo", ya que se muestran continuas confrontaciones entre hechos y opiniones tratadas al mismo nivel, lo que genera confusión, para después exponer acontecimientos que, de un modo determinista, alimentan el miedo. Solo añadiré que esta es una consecuencia clara de la "Sociedad de la Información", tengamos mucho cuidado con las fuentes, por eso hago hincapié en la validez de las referencias (y en los enlaces de este blog), por eso trato de contrastar, por eso me contrasto a mí mismo y rectifico si hace falta.

       Me quedo con la que considero mejor frase de la película: "es un mal momento para ser un macaco rhesus".

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