domingo, 5 de diciembre de 2010

Captando genomas



       Para continuar con la "serie blogística Lecturas", elegí un texto de entre los reconocidos "incomprendidos de la ciencia": "Captando Genomas. Una teoría sobre el origen de las especies".

       Los autores, Lynn Margulis y su hijo Dorion Sagan, se enfrentan, literalmente, a los neodarwinistas, esgrimiento ataques que ya veinte años antes había usado Stephen Jay Gould. Pero a diferencia de él, los autores de este libro no se hacen llamar "neodarwinistas marginales", sino que se autoproclaman "antineodarwinistas" y "neolamarckistas".

       Las ofensivas que se mueven más en el terreno competitivo que en el argumentativo se concentran en el principio del libro, en el que se juega con una ironía: ahora los zoólogos se hacen llamar biólogos evolutivos. Esta crítica podría quizás haber tenido cierto atisbo de sentido en el momento en que la hizo Gould (a finales de los 70), época en la que, efectivamente, muchos zoólogos seguidores de Bill Hamilton (entre los que están Richard Dawkins y Edward O. Wilson) se aficcionaron a la biología teórica; a pesar de que el neodarwinismo fuera fundado no sólo por zoólogos, sino también por botanistas y, fundamentalmente, genetistas poblacionales y moleculares. La cuestión es que, desde luego, ésta es una crítica que está fuera de lugar en el siglo XXI, cuando el campo de la biología evolutiva está más abierto que nunca.

       A continuación, siguen los ataques al neodarwinismo, al que tachan de dogmático, una palabra que no debería tener cabida en la ciencia y que, efectivamente, no la tiene en esta línea, habida cuenta de la inmensidad de pruebas en que se apoya la Teoría Sintética de la Evolución. Aun así, arremeten incluso contra muchos de los términos utilizados frecuentemente en biología evolutiva, por considerarlos inapropiados. Aquí sencillamente podría decir que no hay crítica, puesto que es cierto que muchos conceptos pueden llevar a error al confundirlos con su uso cotidiano, pero precisamente para evitar eso quedan definidos a priori. Además, Margulis y Sagan acaban usando en el mismo libro muchos de esos términos, como beneficio, e incluso algunos que ya están anticuados para el resto de la comunidad científica, como "organismo superior".

       Otra de las ideas tratadas es el concepto de especie en biología; desde mi punto de vista, una pérdida de tiempo, porque ya estaba bastante claro que sólo se trataba de un término útil en la práctica, a pesar de su imperfección teórica.

       Asimismo, el libro deja clara desde el subtítulo la intención de los autores de responder a la única pregunta que supuestamente Darwin dejó sin responder. Uno de ellos indica que a pesar de que la mayor obra de Darwin se llamase "El Origen de las Especies", habló de todo salvo del origen de las especies; cosa que no es cierta: es la Selección Natural, ningún investigador lo ha puesto en duda aún. Si hay una respuesta que Darwin no dio fue el origen de la variabilidad, y es eso a lo que Margulis y Sagan tratan de responder de un modo alternativo a la mutación.

       Lynn Margulis tuvo un buen punto tiempo atrás al emitir la Teoría de la Endosimbiosis Seriada, según la cual las células eucariotas se originaron tras un consorcio establecido entre procariotas endocitados y sus hospedadores, también procariotas originariamente. También se llevó el gato al agua al revisar toda la Sistemática (ciencia que se encarga de clasificar los seres vivos) y contribuir a la Tesis de Gaia de James Lovelock (visión del planeta como un macroorganismo con sus propios mecanismos de autorregulación). Incluso tiene razón al decir que, siendo puristas, habría que considerar a todas las bacterias como miembros de una misma especie, puesto que pueden transferir material genético fácilmente de unas a otras.

       Ahora trata de sumar a sus éxitos su nueva teoría, la Simbiogénesis; según ésta, toda evolución está promovida por un consorcio establecido con microorganismos, ya que estos son empujados por el ambiente a ceder sus genes.

       La introducción a esta idea consiste en calmar los ánimos, avisando que puede resultar novedosa, ya que todo el mundo considera a los microbios como causantes de enfermedades. Es cierto que esa es una opinión sesgada, pero probablemente solo se dé en círculos médicos, no entre biólogos. Del mismo modo, son Margulis y Sagan quienes posteriormente caen en otro sesgo: la idea de que las mutaciones solamente causan enfermedades. Esto es combatir un extremo yéndose al contrario, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de pruebas empíricas y experimentales que apoyan la mutación como importante origen de la variabilidad. No obstante, después, ellos mismos asumen que las mutaciones generan variabilidad... una vez, claro está, que los microorganismos hayan provocado el salto a una nueva especie. Sin embargo, como indicó Dawkins en "El Capellán del Diablo", no hay seres vivos que tengan éxito GRACIAS a una macromutación, sino seres vivos que tienen éxito A PESAR de una macromutación.

       El resto del libro ya sí se mueve en un campo más argumentativo. No sigue un hilo muy claro, se basa en un desarrollo de diferentes casos concretos en los que una simbiosis ha significado una novedad evolutiva en un organismo, algunos de ellos a nivel especulativo. No solo trata de microorganismos, sino también de algas, plantas y animales. Son ejemplos muy buenos y revelan que la Simbiogénesis podría ser un mecanismo evolutivo más, eso sí, consecuencia de mutaciones. Si definimos mutación como un cambio en los genes (y así lo hacemos), la adquisición de genes ajenos es, sin más, una forma de mutación. Además, como ya indicó John Maynard Smith en "Ocho Hitos de la Evolución", más bien habría que estudiar la simbiosis en términos darwinianos: si la asociación prospera es porque aporta beneficios.

       Hacia el final del libro, cuando los autores avisan que van a usar términos más técnicos, es el momento en el que, desde mi punto de vista, les sale el tiro por la culata, puesto que hablan del genoma de un modo que huele a gen egoísta por los cuatro costados (una de las teorías neodarwinistas que más quebraderos de cabeza les dan). Además, hablan de la Teoría de la Reproducción Cromosómica (causa de que el número de pares cromosómicos sea distinto entre especies cercanas), siendo conscientes de que no es producto de la Simbiogénesis, como si fuera un apoyo a sus tesis. Esto último es lo que más dudoso veo, puesto que la reproducción cromosómica es precisamente una forma de mutación genómica.

       No veo erróneos los datos a los que Margulis y Sagan apelan, pero sí la interpretación de los mismos. Sabemos que la evolución está movida por la selección de características beneficiosas dentro de la variabilidad disponible; selección que es consecuencia de una presión ambiental; las relaciones establecidas entre organismos a veces son resultado de esa presión y provocan, a su vez, otra forma de presión: si el consorcio es beneficioso se mantendrá, la transferencia de material genético, aunque efectivamente origine más variabilidad, será una consecuencia, no la causa última.

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